Nicolás de Cusa cuando atribuye a Dios las siguientes palabras dirigidas al hombre:
"Sé tú tuyo y Yo seré tuyo. Es decir: si quieres que Yo, Dios, habite en ti, tú tienes que ser primero tú y nadie más, tienes que elegir para ti tu propio destino, tu auténtico rostro y no pretender heredar algún lugar que te hubiera sido acordado".
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