El espía del Inca- Rafael Dumett
Los años antes que mellarlo han labrado su cuerpo de hombre en cénit, lo han levantado del suelo, han esculpido su carne como a una piedra civilizada.
- Jamás digas más de los que creen que sabes-
- No confíes en nadie. Por ningún motivo reveles a nadie quién eres ni cuál es tu servicio final-
- Es más fácil protegerse del traidor que del indiscreto-
¿No crees que el Señor del Mundo de las Cuatro Direcciones se merece un presente de tu parte por la presteza con que su mano ha desatado el nudo que te tenía apretado?
¿Cuándo había empezado a pensar que todos tenemos en algún lugar del Mundo de las Cuatro Direcciones alguien con quien hemos sido tejidos al mismo tiempo en los telares divinos?¿Alguien que es exactamente igual a nosotros, un gemelo no nacido en el vientre de nuestra madre, esperando solo que la aquiescencia burlona de una huaca benéfico para darnos el encuentro?
¿Por qué eran tan ingratos, tan mezquinos, tan dobles con el Señor que les había traído a Luz?
Por simples que pudieran parecer las preguntas del nuevo maestro parecían tener un alacrán escondido con el aguijón listo para hincarles.
JAMÁS HAY QUE SUBESTIMAR EL DESEO DEL QUE TRAMA TRAICIONES DE DELATARSE A SÍ MISMO, DECÍA EL FÉRTIL EN ARGUCIAS. JAMÁS HAY QUE SUBESTIMAR SU ANSIA DE VER RECONOCIDA SU TRAICIÓN, LA ESPERANZA OCULTA DEL TRAIDOR DE SER DESCUBIERTO.
A medida que los números entraban en confianza con él, le fueron revelandi su pepa, su forma, su color, a veces hasta su sabor y olor. Empezó a tratarlos, se hizo amigo de ellos. Fue cerniendo las afinidades, los recelos, las enemistades mortales. Fue aprendiendo cómo verlos, cómo acercárseles, cómo mediar entre dos que no simpatizan y forjar una alianza entre ellos. Y fue sintiendo un gozo cálido, hondo, que no podía comparar con nada que hubiera sentido todavía, a medida que le admitían poco a poco como a uno de los suyos.
Entre sus nuevas amistades había un tipo de números que era su favorito. Eran los números expósitos, que no tenían números parientes que los cuidaran. Como todos los otros, podían sumarse y multiplicarse con cualquier otro número y solo ser restados de números mayores que ellos. Pero, a diferencia de los otros, solo podían dividirse entre sí mismos- y el número resultante era un reflejo de sí mismo sobre la superficie de la laguna. No había manera de prever su aparición en el paisaje numérico, pues no respetaban ningún turno y eran, por lo tanto, completamente impredecibles. Pero cada vez que uno surgía iluminaba el panorama como una bandada de luciérnagas en medios de la noche.
No, los números no tenían disfraces, ni planes escondidos y- esto lo sabía en lo más profundo de su pepa- jamás lo dejarían solo en un pueblo extraño o permitirían que le cambiaran de nombre.
Jamás lo traicionarían.
-No mentir a menos que sea necesario.-
Con detalles numerosos y precisos, tal como recomendaba el maestro y sabio Chimpu Shánkatu en sus lecciones, el Espía despliega ante él su vida ficticia como un manto espeso y bien tramado...que no se alejaba de la verdad en lo que decía, pero sí en lo que omitía.
-No arar más allá de los terrenos del saber del informante. Volver a los que este conoce de primera mano.-
-Ningunear al informante. Regatear lo que tiene que ofrecer para que no se crea demasiado.-
-Mentir. Embaucar al informante para sonsacarle lo que se desea saber. Exagerar - o minusvalorar- el propio poder si con ello consigues que colabore contigo.-
¡¿Cuándo vas a empujar a los barbudos hasta las orillas de la Gran Mama Cocha y botarlos de aquí?!
¿De qué servirá ahora el poder que me diste si un cualquiera como el ayudante del Cazador de Huacas puede emularlo con solo pluma, tinta y saliva?
¿Qué haremos contra este signo nuevo que, como el Anfitrión del Infierno, tiene doble faz?¿Contra este cero luminoso y oscuro, generoso y egoísta, voraz y en ayuno perpetuo?
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