Pandemia politizada- Opinión de Daniel Espinosa (Hildebrandt en sus Trece N°557)

 Hoy en día, la izquierda se jacta de "creer en la ciencia" y ha tomado un rumbo claramente "prosistema". Es una izquierda despojada de su natural antagonismo hacia el aparato capitalista neoliberal- el establishmente- que hace tiempo abandonó la lucha de clases en virtud de otras batallas como las relativas a la identidad y el género.

Esta degeneración ha sido promovida, como no podría ser de otra manera, por los financistas de la izquierda, que en muchos casos son capitalistas empedernidos, como George Soros, famoso especulador financiero, cuando no el mismo gobierno estadounidense (USAID). El resultado es una izquierda inofensiva desde el punto de vista de Wall Street y las grandes acumulaciones de riqueza y poder. 

La nueva derecha, por su parte, prefiere identificarse con la desconfianza radical hacia un sistema que percibe como dominado por fuerzas "progresistas". En muchos casos, esa derecha asegura que nuestras sociedades vienen degenerando gracias a una suerte de infiltración "comunista". La hegemonía del capitalismo y los valores asociados a él han cedido en favor de un progresismo atizado por el "marxismo cultural".

La confianza izquierdista en el establishment- que se percibe fácilmente en su confianza ciega en lo que los medios masivos, esas grandes corporaciones, presentan como "ciencia"- la ha llevado a despreciar a quienes desconfían de la narrativa hegemónica que debería resultar naturalmente sospechosa para cualquier izquierda, tildándolos de idiotas y cavernarios.

Lejos de existir una "guerra contra la ciencia", lo que habría es una desconfianza totalmente justificada por la medicina, entendida como "la suma de las instituciones sanitarias públicas, los médicos, los expertos, las farmacéuticas y otros grupos que representan lo que podríamos llamar el establishment médico. Una y otra vez, durante las últimas décadas, hemos visto a farmacéuticas esconder información y comportarse de maneras que ponen la ganancia por encima del bien público. Muchos científicos contratados por la "Big Pharma" han sido cómplices en el ocultamiento de información científica que denotaba enormes peligros para los consumidores y pacientes, todo en beneficio de las ganancias corporativas.

Una de las amenazas más grandes para las farmacéuticas la constituyen los expertos independientes, pero ¿cómo hacen para evitar este riesgo para sus ganancias? La respuesta es que las farmacéuticas han burlado efectivamente este escenario vertiendo su dinero en la ciencia médica. Financian a los expertos y también a las instituciones estatales creadas para regularlas, así como a las asociaciones profesionales de médicos. En otras palabras, lo han comprado todo. Las enormes cantidades de dinero que invierten en los medios de comunicación masiva hacen el resto, por lo que buena parte del público jamás se entera de este gravísimo peligro para la salud pública.

La pregunta, volviendo al plano político, es también una llamada de atención: ¿por qué la izquierda se ha vuelto tan crédula con respecto a este tinglado  de grandes corporaciones, que hoy nos venden sus productos y promueven políticas públicas cuestionables usando la "ciencia" como herramienta de marketing? 


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