Opinión de Daniel Espinosa (Hildebrandt N°559)
La "ciencia" publicada en las últimas décadas podría, simple y llanamente "ser falsa". Las corporaciones, sus científicos a destajo y las reguladoras cómplices han acumulado amplia experiencia en la falsificación y adulteración del proceso científico y sus resultados, lo que no tendría por qué manchar al proceso científico en sí mismo, ya que es solo una herramienta y, como tal, depende de quien emplee y con qué finalidad.
La respuesta a la pandemia de Covid-19, alrededor del mundo, viene siendo dirigida por intereses e instituciones idénticas a las mencionadas arribas; es decir, instituciones capturadas. Nos encontramos ante una respuesta a la pandemia y unas medidas "sanitarias" de corte netamente político, en el que las autoridades e instituciones públicas que sirven de poder corporativo seleccionan la "ciencia"- en muchos casos de dudosa factura- que mejor calza con decisiones tomadas previamente. Esas decisiones no tienen a la salud pública por prioridad, ¡ni de lejos!
¿Para qué sirven los "divulgadores científicos" de la gran prensa? Para sostener el pernicioso mito de las "instituciones sólidas" y suministrarles una confianza pública peligrosa y sin base, confianza que no merece y que no debemos otorgarles si valoramos nuestra salud y la de la sociedad en general.
Esos divulgadores científicos, periodistas y expertos han decretado que, en virtud de la ya mentada "solidez" de las instituciones del mundo "libre", no es necesario ni siquiera mirar cualquier acusación o indicio de corrupción y fraude generalizado en entidades como la OMS, Food and Drug Administration, Agencia de Protección del Medio Ambiente de los EEUU, el corrupto Imperial College de Londres y un largo etcétera. Esa actitud dogmática claramente anticientífica, viene aderezada con burlas a los "conspiranoicos" y a quien hace bien en dudar y cuestionar sus altamente politizadas decisiones.
Por su parte y, para concluir, la "izquierda" ha sido efectivamente castrada por la gran filantropía practicada por entidades como USAIS y Open Society Foundation, y hoy dirige la censura sumaria y automática de toda voz calificada- muy a la ligera- de "anticientífica; al mismo tiempo promueve la obediencia ciega a instituciones como la corruptísima EPA. La izquierda que ha abrazado el poder corporativo- agazapado detrás de esas "filantropías"-, y ha abandonado la LUCHA DE CLASES, no cumple ninguna función relevante e favor de la ciudadanía. Ha fallado de manera rutunda y vergonzosa, no es capaz de reconocer quiénes son los que en realidad dirigen este macabro y triste circo.
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