Estructuralismo y psicoanálisis- Louis Althusser, Luce Baudoux, Maurice Corvez, André Green, Claude Lagadec y Claudia Melli
Según Levi- Strauss, los hechos humanos son la expresión de una estructura inconscient, y esta, expresión de los fenómenos biológicos y finalmente físico-químicos. Estas revelarán ser infinitamente más ricas que como las concebimos en el comienzo.
Sea como fuere, la conclusión siempre es la misma: nada es específico del hombre fuera de su estructura físico-química.
La crítica de los estructuralistas contra los historiadores va aún más lejos; es bien conocido su argumento: no tenemos otros ojos, para descrifrar el mundo de la infancia, que nuestros ojos de adultos que no podemos cambiar como se cambia de lentes, para acomodaros a la corta o larga distancia. No es el niño quien esclarece al adulto, es el adulto quien esclarece al niño que habla en el adulto que escuchamos.
Levi- Strauss puede mostrar que muchos antropólogos occidentales no han advertido las verdaderas estructuras de las sociedades que estudiaban, porque insistían en interpretarlo todo en los términos de aquellas civilizaciones de las que provenían, cuando en realidad se trataba de buscar una estructura global. Así fue que durante mucho tiempo los antropólogos opinaron que el "primitivo" ignoraba las ciencias naturales, simplemente porque las clasificaciones indígenas no corresponden a las normas occidentales. Pero correctamente interrogado por un investigador que esté al acecho de la estructura que constituye el saber en la sociedad estudiada, el índígena revela un prodigioso conocimiento de su mundo.
Un hijo sin padre es algo que la Razón Occidental hace pagar muy caro. Marx, Nietzsche y Freud debieron pagar el precio, a veces atroz, de la supervivencia: precio contabilizado en exclusiones, condenaciones, injurias, miserias, hambre y muertes, o locura.
Consideremos simplemente la soledad de Freud. No de soledad humana (tuvo maestros y amigos, si bien conoció el hambre), sino de su soledad teórica. Pues cuando quiso pensar, es decir, expresar bajo la forma de un sistema riguroso de conceptos abstractos el descubrimiento extraordinario que encontraba una y otra vez en su práctica, le hicieron falta precedentes teóricos, padres en teoría, y casi no encontró ninguno. Debió sufrir y acomodarse a la siguiente situación teórica: ser para sí mismo su propio padre, construir con sus manos de artesano el espacio teórico en el cual situar su descubrimiento, obtener, aquí y allá, los hilos que le permitieran tejer, al tanteo, la gran red para apresar en las profundidades de la experiencia ciega a ese redundante pez del inconsciente que los hombres llaman mudo porque habla aun cuando ellos duermen.
De allí la idea, corrientemente admitida, de que bajo su apariencia teórica (originada en una pretensión respetable, aunque vana, del mismo Freud), el psicoanálisis sería solo una simple práctica que algunas veces, pero no siempre, da resultados; simple práctica que se prolonga en una técnica (reglas del método analítico), pero sin teoría, por lo menos sin verdadera teoría: lo que declara como teoría serían apenas conceptos técnicos ciegos, con los que reflexiona las reglas de su práctica; simple práctica sin teoría, quizás simplemente magia, que daría resultados, como toda magia, por el efecto de su prestigio, de sus prestigios, puestos al servicio de una necesidad o demanda social, que sería su única, su verdaddera razón. Levi Strauss habría hecho la teoría de esta magia, de esta práctica social que sería el psicoanálisi, al designat al shaman como antepasado de Freud.
Freud ha fundado una ciencia. Una ciencia nueva que es la ciencia de un objeto nuevo: el inconsciente.
La juventud de una ciencia es su edad madura: antes de esta edad es vieja, antes de la edad de los prejuicios de que vive, como un niño vive los prejuicios, o sea la edad de sus padres.
Si es cierto que "el mundo de las palabras crea el mundo de las cosas", es principalmente el desciframiento del lenguaje el que debe conducirnos a la región enigmática donde se estructuran las realidades esenciales de que dependen los fenómenos patológicos.
Lacan enseña, después de Freud, que no solo hay que buscar siempre en el síntoma el significante inconsciente, sino además la expresión del deseo que ese significante elucida. Y particularmente en el discurso onírico, "vía regia" del inconsciente.
Se oponen dos tendencias del psicoanálisis: una que valorizaba la historia en detrimento de la estructura por la excesiva acentuación de la noción de desarrollo y, correlativamente, de las nociones de fijación y regresión; otra, que ponía en relieve la sincronía mediante una referencia dominante al discurso y al lenguaje que, de este modo, se anteponían a los datos históricos.
Se puede pensar que tanto en el poema como en el sueño la presencia de imágenes allí donde en la prosa intervendrían conceptos no deja de tener relación con el papel que está llamado a representar el inconsciente. Pues si bien hemos reconocido al inconsciente el status de lenguaje, "este lenguaje no puede asimilarse en absoluto a nuestro lenguaje "verbal". Las "palabras" que lo componen son elementos tomados de lo imaginario, en particular de los imaginario visual, pero elevados a la dignidad de significantes.
El destino del hombre está profundamente marcado por el significante. Huésped original de un universo simbólico, se ve separado de una total inmediatez, tanto en sus relaciones con el mundo como consigo mismo. Y tanto sus necesidades como sus deseos, por primitivos que sean, se hallan desde el comienzo, e incluso fuera del campo de la conciencia, estructurados por esas leyes elementales del lenguaje que hemos reconocido en la condensación y desplazamiento.
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