Los dioses tutelares de los Wankas- Carlos Villanes Cairo

 Robert Redfiel hablaba por la década de los 40 de la cultura folk como patrimonio de una sociedad "pequeña, aislada, analfabeta y homogénea con gran sentido de solidaridad de grupo".

La agraficidad crea un sentido refractario a la estatización de los contextos argumentales y anecdóticos, haciendo posible el enriquecimiento de los géneros y las especies literarias.

La sustancia del mito no se encuentra en el estilo, ni en el modo de narración, ni en la sintaxis, sino en la "historia relatada".

En el caso concreto del área andina del Perú y del Valle del Mantaro, los extirpadores de idolatrías, cuando la colonia, aprovechando el criterio supersticioso y animista de los aborígenes, supieron sacar buen partido para implantar normas de control social.

Los muertos con mala muerte, los que se "murieron sin confesarse" aquellos que no se arrepintieron de su vida "licenciosa"o, simplemente, quienes no observaron la moral consuetudinaria ni las leyes, suelen convertirse por un determinado tiempo en almas, fantasmas y condenados.

Ellos vagan en la oscuridad por sitios desolados entre las 12 de la noche y el canto del último gallo, poco antes del amanecer. Algunos pagan como cupo de su redención algún rito espeluznante para salvarse y otros al parecer están a gusto manteniéndose en esa condición porque "andan en tratos con Sataanás".

Wallallo Karwancho si está de buen humor persigue a las doncellas más hermosas de la tierra y tiene con ellas hijos mellizos y robustos, entonces, Wallallo se muestra complacido y se hace visible al anochecer, cuando el verde de los campos se torna violento y un suave ramalazo del viento nos da un escalofrío. Se aparece en forma de nubes alargadas, con los filos dorados y cegadores, por los últimos resplandores de la tarde.

Yanamka Tutañamka era desconfiado y sumamente precavido, tal vez allí radicaban las bases de su gran poder. Señoreaba en las regiones frías pero de tierras muy fértiles y casi vecinas a la costa.

Cuando muerre un wanka le entierran un perro al pie de su cadáver, porque una vez muerto, sea hombre o mujer tiene que caminar mucho, por unos largos terrenos caldeados, sin árboles ni sombra, llenos de tierra seca y piedras muy menudas. Entonces, el perro que le enterraron , le lleva agua en su oerjita, de cuando en cuando, para que el hombre que transita hacia su destino eterno llegue sin novedad y no se quede abandonado a medio camino.

Los yaulinos ya saben, cuando en noche de luna se inquieta una vacada, es porque ha llegado el toro colorado, al que llaman Illa, y toda la noche lo velan, chacchando coca y tomando aguardiente, sin molestarlo. De madrugada el toro se irá y sus hijos nacerán meses después.

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