La génesis del pensamiento- Alberto Merani.
La hominización crea una nueva rama en el mundo zoológico, que a partir de entonces estará representada por un único género: el Homo. Mas, por grande que sea el foso que se acaba de abrir entre un pequeño grupo de seres vivos y el resto de los animales, mayor es aún la distancia que lo separa del ser humano todavía futuro. Se ha hominizado pero aún debe humanizarse.
Cada etapa del progreso técnico
primitivo está unido a una etapa del perfeccionamiento cerebral.
La correlación entre desarrollo
de la mano y proceso de hominización se revela con claridad a través de las
industrias, pero se presenta de manera sorprendente desde el ángulo fisiológico.
Todos los órganos tienen un área de representación en la corteza cerebral, o
sea que siempre existe una porción determinada de esta con la función
específica de atender los requerimientos neurodinámicos de dicho órgano.
El animal en camino de
hominizarse, árboreo o no, investiga al mundo exterior con los ojos y las
manos. De aquí que la vista y el tacto, este representado por la mano, se hayan
convertido en guías de la orientación del hombre.
La materia viva está encadenada a
la materia en general, y el individuo no puede ser concebido fuera de los demás
seres vivos que pueblan al planeta.
Los homínidos que construyeron
instrumentos del tipo paleolítico debieron ser capaces de abstraer de su tarea
inmediata el fin para el que trabajaban. A diferencia del Hominidae que
simplemente utilizó con fines ocasionales los instrumentos naturales que
hallaba, tal como hacen hoy los monos superiores, el constructor se reveló
capaz de idear, de trazar de antemano la situación específica en que lo
utilizaría.
Hominizado el Homo se humaniza, y
en habiendo sufrido la constricción del medio, finalmente lo señorea.
La memoria del animal es una
memoria-hábito, esto es conservación en el organismo del viviente de
impresiones pasadas que siguen influyendo sobre el comportamiento, en especial
bajo la forma de hábitos.
La función principal del símbolo
no es de expresar una idea sino de acaparar con su forma la sensibilidad,
reemplazar hechos, y por consiguiente convertirse en expresión de aquello que
para los individuos no es expresable.
La composición histológica y la
estructura funcional de un cerebro mejor, la mano con capacidad instrumental,
la marcha erecta que desplaza la percepción táctil en el espacio, estructuraron
la actividad cuantitativa del Hominidae. La creación de signos, significados y
símbolos, producto cualitativo de esa actividad, asentó las bases de la acción
conceptual. Y la interacción en el uso de esos instrumentos concretos y abstractos,
la superposición de sus resultados, la suma de sus efectos, la negación mutua,
o la afirmación directa o indirecta de los unos por los otros, en
complejización progresiva relacionada con los nuevos métodos de existencia que
imponían, concluyó en la elaboración del pensamiento reflexivo.
La regla fundamental de selección
de los primeros Hominida: únicamente los individuos que poseían reacciones
asentadas en la simbolización, y una organización nerviosa favorable a su
sobrevivencia, podían adquirir – en las condiciones que reinaban en el medio
social primitivo- una existencia más o menos larga.
El pensamiento lleva implícito una
determinada mentalidad, que es el aspecto explícito de la sociedad en que viven
los individuos. Estructuras mentales y estructuras sociales son correlativas; se
soportan recíprocamente y se justifican unas por las otras.
La mentalidad se levanta entre el
Universo y nosotros como un muro de cristal; más aún, no solamente nos separa
el Universo en general sino también de los demás individuos y grupos, nos
aliena encerrándonos en límites estrechos porque representa una visión
unilateral, por lo mismo parcial de las cosas.
Ninguna transformación de las
mentalidades es posible fuera de la acción colectiva que hace surgir una
ideología o un descubrimiento. Inclusive para el más privilegiado de los
intelectos el acto creador es solitario únicamente en apariencia. El hombre
separado de los hombres es apenas un antropoide.
No existe el hombre sin sociedad,
ni sociedad sin urdimbre mental, o sea auto interpretación.
La mentalidad, como cualquier
estructura funcional constituida por un conjunto de disposiciones psicológicas
y sociales, asienta sobre un substrato biológico.
La paradoja insostenible de
reunir lo empírico y existencial con un idealismo que quiere ignorar, por
principio, la proyección de lo fisiológico sobre lo psicológico, y negar la
diferencia natural que condicionamientos sexuales particulares ponen entre
hombre y mujer.
Los factores que originan una
mentalidad aparecen como un condensado interiorizado por los individuos de la
vida social, porque es el resultado de la experiencia de todos.
La existencia precedió al conocimiento,
y que para el Hominidae existir significó organizar la actividad práctica que
le era común con los animales de manera intencionada, como praxis, para fundar
luego los cimientos del pensamiento y edificar las mentalidades.
La interacción entre el sujeto y
los objetos, y la interacción entre el sujeto y los demás sujetos, constituyen
una serie de interacciones que modifican la conducta desde fuera y se asocian
por medio de la acción instrumental. Así en el trabajo, la acción entre el
sujeto y el objeto material modifica primero al sujeto y al objeto, por
asimilación de este a aquel, después por acomodación de aquel a este. Por último,
si la interacción entre un sujeto y una cosa modifica a los dos, es evidente
que cada interacción entre dos sujetos modifica a uno en relación con el otro,
de manera que cada relación social constituye una totalidad, por sí mismo,
productora de caracteres nuevos y que transforma al individuo en su estructura
mental.
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