La sociedad desescolarizada- Iván Illich
Esclarecer las metas personales que ampararían el advenimiento de una Edad del Ocio (schole) opuesta como tal a una economía dominada por las industrias de servicio.
(INSTITUCIONALIZACIÓN) Los
adiestran a confundir proceso y sustancia. Una vez que estos dos términos se
hacen indistintos, se adopta una nueva lógica: cuanto más tratamiento haya,
tanto mejor serán los resultados. Al alumno se le «escolariza» de ese modo para
confundir enseñanza con saber, promoción al curso siguiente con educación,
diploma con competencia, y fluidez con capacidad para decir algo nuevo. A su
imaginación se la «escolariza» para que acepte servicio en vez de valor. Se
confunde el tratamiento médico tomándolo por cuidado de la salud, el trabajo social
por mejoramiento de la vida comunitaria, la protección policial por
tranquilidad, el equilibrio militar por seguridad nacional, la mezquina lucha
cotidiana por trabajo productivo. La salud, el saber, la dignidad, la
independencia y el quehacer creativo quedan definidos como poco más que el
desempeño de las instituciones que afirman servir a estos fines, y su
mejoramiento se hace dependiente de la asignación de mayores recursos a la
administración de hospitales, escuelas y demás organismos correspondientes.
(POSITIVO) Precisamos
investigaciones sobre el posible uso de la tecnología para crear instituciones
que atiendan a la acción recíproca, creativa y autónoma entre personas y a la
emergencia de valores que los tecnócratas no puedan controlar.
(CRÍTICA) Tanto el pobre como el
rico dependen de escuelas y hospitales que guían sus vidas, forman su visión
del mundo y definen para ellos qué es legítimo y qué no lo es. Ambos consideran
irresponsable el medicamentarse uno mismo, y ven a la organización comunitaria,
cuando no es pagada por quienes detentan la autoridad, como una forma de
agresión y subversión. Para ambos grupos, el apoyarse en el tratamiento
institucional hace sospechoso el logro independiente.
Una vez que una sociedad ha
convertido ciertas necesidades básicas (nacer y morir) en demandas de bienes
producidos científicamente, la pobreza queda definida por normas que los
tecnócratas cambian a su tamaño. La pobreza se refiere entonces a aquellos que
han quedado cortos respecto de un publicitado ideal de consumo en algún aspecto
importante.
La pobreza moderna conjuga la
pérdida del poder sobre las circunstancias con una pérdida de la potencia
personal.
Debería ser obvio que incluso con
escuelas de igual calidad un niño pobre rara vez se pondrá a la par de uno
rico. Incluso si asisten a las mismas escuelas y comienzan a la misma edad, los
niños pobres carecen de la mayoría de las oportunidades educativas que, al
parecer, dispone el niño de clase media. Estas ventajas van desde la
conversación y los libros en el hogar hasta el viaje de vacaciones y un sentido
diferente de sí mismo, y actúan, para el niño que goza de ellas, tanto dentro
de la escuela como fuera de ella. De modo que el estudiante más pobre se
quedará atrás en tanto dependa de la escuela para progresar o aprender. Los
pobres necesitan fondos que les permitan aprender y no obtener certificados del
tratamiento de sus deficiencias presuntamente desproporcionadas.
Su fanatismo en favor de la
escuela hace posible explotarlos por partida doble: permite aumentar la
asignación de fondos públicos para la educación de unos pocos y aumentar la
aceptación del control social por parte de la mayoría.
Hacer de la vida una experiencia
educativa. El trabajo, el tiempo libre, la política, la vida ciudadana e
incluso la vida familiar dependen de las escuelas, en lo concerniente a los
hábitos y conocimientos que presuponen, en vez de convertirse ellos mismos en
medios de educación.
Ni en Norteamérica ni en América
Latina logran los pobres igualdad a partir de escuelas obligatorias. Pero en
ambas partes la sola existencia de la escuela desanima al pobre y lo invalida
para asir el control de su propio aprendizaje.
La escuela igual y obligatoria
para todos debiera reconocerse por lo menos como algo económicamente
impracticable.
La escuela obligatoria polariza
inevitablemente a una sociedad y califica asimismo a las naciones del mundo
según un sistema internacional de castas. A los países se los califica como
castas cuya dignidad la determina el promedio de años de escolaridad de sus
ciudadanos, tabla de calificación que se relaciona íntimamente con el producto
nacional bruto per cápita y es mucho más dolorosa.
Se reconoce de manera general hoy
por hoy que el medio ambiente físico quedará destruido dentro de poco por la
contaminación bioquímica a menos que invirtamos las tendencias actuales de
producción de bienes físicos. Debería reconocerse asimismo el que la vida
social y personal están igualmente amenazada por la contaminación del
Ministerio de Salud, Educación y Bienestar, subproducto inevitable del consumo
obligatorio y competitivo del bienestar.
Un sistema escolar que logre su
meta escolariza a padres y alumnos en el valor supremo de un sistema escolar
aún mayor, cuyo coste crece desproporcionadamente conforme se crea una demanda
de grados superiores y éstos se hacen escasos. En vez de decir que una
escolaridad pareja es impracticable por el momento, debemos reconocer que, en
principio, es económicamente absurda, y que intentarla es intelectualmente
castrante, socialmente polarizante y que destruye la verosimilitud del sistema
político que la promueve.
El que todos tengan iguales
oportunidades de educarse es una meta deseable y factible, pero identificar con
ello la escolaridad obligatoria es confundir la salvación con la iglesia. La
escuela ha llegado a ser la religión del proletariado modernizado, y hace
promesas huecas a los pobres de la era tecnología.
Con la escolaridad no se fomenta
ni el deber ni la justicia porque los educadores insisten en aunar la
instrucción y la certificación. El aprendizaje y la asignación de funciones
sociales se funden en la escolarización. Y no obstante, aprender significa
adquirir una nueva habilidad o entendimiento, mientras la promoción depende de
la opinión que otros se hayan formado. El aprender es con frecuencia el
resultado de una instrucción, pero el ser elegido para una función o categoría
en el mercado del trabajo depende cada vez más sólo del tiempo que se ha
asistido a un centro de instrucción.
Instrucción es la selección de
circunstancias que facilitan el aprendizaje. Las funciones se asignan fijando
un currículum de condiciones que el candidato debe satisfacer para pasar la
valla. La escuela vincula la instrucción —pero no el aprendizaje— con estas
funciones. Esto no es ni razonable ni liberador. No es razonable porque no liga
unas cualidades o competencias sobresalientes a las funciones por desempeñar,
sino el proceso mediante el cual se supone que habrán de adquirirse dichas
cualidades. No libera ni educa porque la escuela reserva la instrucción para
aquellos cuyos pasos en el aprendizaje se ajusten a unas medidas aprobadas de
control social.
“Aún ahora muchos creen
erróneamente que la escuela asegura el que la confianza pública dependa de unos
logros sobresalientes en el saber. Pero en vez de haber igualado las
posibilidades, el sistema escolar ha monopolizado su distribución”.
“Para separar la competencia del
currículum, debe convertirse en tabú toda indagación acerca del historial de
aprendizaje de cada persona, tal como las indagaciones acerca de su afiliación
política, su asistencia a la iglesia, linaje, hábitos sexuales o antecedentes
raciales”.
“Otra gran ilusión en que se
apoya el sistema escolar es aquella de que la mayor parte del saber es el
resultado de la enseñanza. La enseñanza puede, en verdad, contribuir a ciertos
tipos de aprendizaje en ciertas circunstancias. Pero la mayoría de las personas
adquieren la mayor parte de su conocimiento fuera de la escuela, y cuando este
conocimiento se da en ella, sólo es en la medida en que, en unos cuantos países
ricos, la escuela se ha convertido en su lugar de confinamiento durante una
parte cada vez mayor de sus vidas”.
“La mayoría de quienes leen
profusamente y con placer tan sólo creen que aprendieron a hacerlo en la
escuela; cuando se les discute esto, descartan fácilmente este espejismo”.
(MOTIVACIÓN Y DISCIPLINA) Pero el
hecho de que aún ahora una gran parte del aprendizaje parece ocurrir al azar y
como subproducto de alguna otra actividad definida como trabajo u ocio no
significa que el aprendizaje planificado no beneficie la instrucción
planificada. Al estudiante poderosamente motivado que se enfrenta con la tarea
de adquirir una habilidad nueva y compleja puede aprovecharle mucho la
disciplina que hoy en día se asocia mentalmente con el maestro de viejo cuño
que antaño enseñaba lectura, hebreo, catecismo o multiplicación de memoria (…)
hay muchas destrezas que un estudiante motivado de aptitudes normales puede
dominar en unos pocos meses si se le enseña de este modo tradicional.
“La instrucción rutinaria que
cuesta menos que una escolarización comparable es ahora un privilegio de
quienes son lo bastante ricos como para pasarse por alto las escuelas, y de
aquellos a quienes el ejército o las grandes firmas les proporcionan un
adiestramiento en el trabajo mismo”.
“Los profesores de habilidades se
hacen escasos por la creencia en el valor de los títulos. La certificación es
una manera de manipular el mercado y es concebible sólo para una mente
escolarizada. La mayoría de los profesores de artes y oficios son menos
diestros, tiene menor inventiva y son menos comunicativos que los mejores
artesanos y maestros. La mayoría de los profesores del castellano o de francés
de bachillerato no hablan esos idiomas con la corrección con que lo harían sus
alumnos después de un semestre de rutinas competentes”.
“Muchos adolescentes, si se les
dan los adecuados incentivos, programas y acceso a las herramientas, son
mejores que la mayoría de los maestros de escuela para iniciar a los de su edad
en la exploración científica de las plantas, las estrellas y la materia, y en
el descubrimiento de cómo y por qué funciona un motor o un radio” … Esto
depende de reunir al maestro correcto con el alumno correcto cuando éste está
altamente motivado dentro de un programa inteligente, sin la restricción del
currículum.
(BONOS) «bonos» o «títulos»
educacionales o donaciones para pagarse el coste de los estudios, en manos de
padres y estudiantes para que los gasten en las escuelas que elijan.
La escuela es ineficiente para
instruir en destrezas por ser curricular. En la mayoría de las escuelas, un
programa cuyo objetivo es mejorar una habilidad está siempre concatenado a otra
tarea no pertinente.
“El profundo temor que la escuela
nos ha inculcado, un miedo que nos pone criticones”.
Desde 1962, mi amigo Freire ha
pasado de exilio en exilio, principalmente porque rehúsa llevar a cabo sus
sesiones en torno a palabras que hayan sido preseleccionadas por educadores
aprobados y prefiere utilizar aquellas que los participantes llevan consigo a
las clases.
En vez de apoyarse en la
selección realizada por alguna autoridad, cualquier par de personas puede, como
compañeros de juego, elegir cualquier tema para analizar.
La ilusión de que podemos
distinguir entre qué es educación necesaria para otros y qué no lo es, tal como
generaciones anteriores establecieron leyes, las cuales definían qué era
sagrado y qué profano.
(DIVISIÓN) La existencia misma de
las escuelas obligatorias divide cualquier sociedad en dos ámbitos: ciertos
lapsos, procesos, tratamientos y profesiones son «académicos» y «pedagógicos»,
y otros no lo son. Así, el poder de la escuela para dividir la realidad social
no conoce límites: la educación se hace no terrenal, en tanto que el mundo se
hace no educacional.
La escuela agrupa a las personas
según sus edades. Este agrupamiento se funda en tres premisas indiscutidas. A
los niños les corresponde estar en la escuela. Los niños aprenden en la
escuela. A los niños puede enseñárseles solamente en la escuela.
La niñez como algo diferente de
la infancia, la adolescencia o la juventud fue algo desconocido para la mayoría
de los periodos históricos.
Hasta el siglo pasado, los «niños»
de padres de clase media se fabricaban en casa con la ayuda de preceptores y
escuelas privadas. Sólo con el advenimiento de la sociedad industrial la
producción en masa de la «niñez» comenzó a ser factible y a ponerse al alcance
de la multitud. El sistema escolar es un fenómeno moderno, como lo es la niñez
que lo produce.
La mayoría de la gente en el
mundo o no quieren o no pueden conceder una niñez moderna para sus críos. Pero
también parece que la niñez es una carga para esos pocos a quienes se les concede.
A muchos simplemente se les obliga a pasar por ella y no están en absoluto
felices de desempeñar el papel de niños. Crecer pasando por la niñez significa
estar condenado a un proceso de conflicto inhumano entre la conciencia de sí y
el papel que impone una sociedad que está pasando por su propia edad escolar
(…) según sospecho, tampoco nos gustó a muchos de nosotros el ser tratados como
niños.
Aprenden eficazmente el mensaje
que la escuela enseña: el que deben tener escuela, y más y más escuela.
Las escuelas crean trabajos para
maestros de escuela, independientemente de lo que aprendan de ellos sus
alumnos.
(CUSTODIO, PREDICADOR Y
TERAPEUTA) La escuela, por su naturaleza misma, tiende a reclamar la totalidad
del tiempo y las energías de sus participantes. Esto a su vez hace del profesor
un custodio, un predicador y un terapeuta.
El maestro funda su autoridad
sobre una pretensión diferente en cada uno de estos tres papeles. El profesor
como- custodio actúa como maestro de ceremonias que guía a sus alumnos a lo
largo de un ritual dilatado y laberíntico. Es árbitro del cumplimiento de las
normas y administra las intrincadas rúbricas de iniciación a la vida. En el
mejor de los casos, monta la escena para la adquisición de una habilidad como
siempre han hecho los maestros de escuela. Sin hacerse ilusiones acerca de
producir ningún saber profundo, somete a sus alumnos a ciertas rutinas básicas.
El profesor-como-moralista
reemplaza a los padres, a Dios, al Estado. Adoctrina al alumno acerca de lo
bueno y lo malo, no sólo en la escuela, sino en la sociedad en general. Se
presenta in loco parentis para cada cual y asegura así que todos se sientan
hijos del mismo Estado.
El profesor-como-terapeuta se
siente autorizado a inmiscuirse en la vida privada de su alumno a fin de
ayudarle a desarrollarse como persona. Cuando esta función la desempeña un
custodio y predicador, significa por lo común que persuade al alumno a
someterse a una domesticación de su visión de la verdad y de su sentido de lo
justo.
El ceremonial o ritual de la
escolarización misma constituye un currículum escondido de este tipo. Este
currículum oculto sirve como ritual de iniciación a una sociedad de consumo
orientada hacia el crecimiento, tanto para ricos como para pobres.
La universidad moderna confiere
el privilegio de disentir a aquellos que han sido comprobados y clasificados
como fabricantes de dinero o detentadores de poder en potencia. A nadie se le
conceden fondos provenientes de impuestos para que tengan así tiempo libre para
autoeducarse o el derecho de educar a otros, a menos que al mismo tiempo puedan
certificarse sus logros.
Durante la Edad Media, el ser
estudioso significaba ser pobre y hasta mendicante. En virtud de su vocación,
el estudioso medieval aprendía latín, se convertía en un out-sider digno tanto
de la mofa como de la estimación del campesino y del príncipe, del burgués y
del clérigo.
La universidad moderna ha perdido
por incumplimiento su posibilidad de ofrecer un escenario simple para
encuentros que sean autónomos y anárquicos, enfocados hacia un interés y sin
embargo espontáneos y vivaces, y ha elegido en cambio administrar el proceso
mediante el cual se produce lo que ha dado en llamarse investigación y
enseñanza.
(FOCOS DE HEREJÍA) Otros
reconocen el monopolio de las escuelas sobre sus recursos que ellos necesitan
para construir una contrasociedad. Busca de apoyo el uno en el otro para vivir
con integridad mientras se someten al ritual académico. Forman, por así
decirlo, focos de herejía en medio de la jerarquía.
La universidad ofrece una
combinación singular de circunstancias que permite a algunos de sus miembros
criticar el conjunto de la sociedad. Proporciona tiempo, movilidad, acceso a
los iguales y a la información, así como cierta impunidad —privilegios de que
no disponen igualmente otros sectores de la población. Pero la universidad
permite esta libertad sólo a quienes ya han sido profundamente iniciados en la
sociedad de consumo y en la necesidad de alguna especie de escolaridad pública
obligatoria.
El sistema escolar de hoy en día
desempeña la triple función que ha sido común a las iglesias poderosas a lo
largo de la historia. Es simultáneamente el depósito del mito de la sociedad,
la institucionalización de las contradicciones de este mito, y el lugar donde
ocurre el ritual que reproduce y encubre las disparidades entre el mito y la
realidad.
Ni el aprendizaje individual ni
la igualdad social pueden acrecentarse mediante el ritual de la escolarización.
No podremos ir más allá de la sociedad de consumo a menos que entendamos
primero que las escuelas públicas obligatorias reproducen inevitablemente dicha
sociedad, independientemente de lo que se enseñe en ellas.
(APRENDIZAJE INFORMAL) el
aprendizaje es la actividad humana que menos manipulación de terceros necesita.
La mayor parte del aprendizaje no es la consecuencia de una instrucción. Es más
bien el resultado de una participación no estorbada en un entorno
significativo. La mayoría de la gente aprende mejor «metiendo la cuchara», y
sin embargo la escuela les hace identificar su desarrollo cognoscitivo personal
con una programación y manipulación complicadas.
(MITO DE LOS VALORES
INSTITUCIONALIZADOS) Una vez que los jóvenes han permitido que sus
imaginaciones sean formadas por la instrucción curricular, están condicionados
para las planificaciones institucionales de toda especie. La «institución» les
ahoga el horizonte imaginativo.
(EL MITO DE LA MEDICIÓN DE LOS
VALORES) El desarrollo personal no es una entidad mensurable. Es crecimiento en
disensión disciplinada, que no puede medirse respecto de ningún currículum, ni
compararse con lo logrado por algún otro. En ese aprendizaje uno puede emular a
otros sólo en el empeño imaginativo, y seguir sus huellas más bien que remendar
sus maneras de andar. El aprendizaje que yo aprecio es una recreación
inmensurable.
En un mundo escolarizado, el
camino hacia la felicidad está pavimentado con un índice de precios para el
consumidor.
(EL MITO DE LOS VALORES
ENVASADOS) A los consumidores-alumnos se les enseña a ajustar sus deseos a valores
comercializables. De modo que se les hace sentirse culpables si no se comportan
de conformidad con las predicciones de la investigación sobre consumidores
mediante la consecución de grados y diplomas que les colocará en la categoría
laboral que se les ha inducido a esperar.
Los estadounidenses saludables
redoblan su resistencia a la enseñanza conforme se ven más cabalmente
manipulados. Su resistencia no se debe al estilo autoritario de una escuela
pública o al estilo seductor de algunas escuelas libres, sino al planteamiento
fundamental común a todas las escuelas —la idea de que el juicio de una persona
debiera determinar qué y cuándo debe aprender otra persona.
(EL MITO DEL PROGRESO QUE SE
PERPETÚA A SÍ MISMO) Cada tema llega envasado con la instrucción de continuar
consumiendo una «oferta» tras otra, y el envase del año anterior es siempre
anticuado para el consumidor del año en curso.
Tanto el desertor, a quien se le
hace recordar a perpetuidad lo que se perdió, como el graduado a quien se le
hace sentir inferior a la nueva casta de estudiantes, saben exactamente dónde
están situados en el ritual de engaños crecientes, y continúan apoyando una
sociedad que para denominar a la brecha cada vez más ancha de frustración usa
el eufemismo de «revolución de expectativas crecientes».
El compromiso con un ilimitado
aumento cuantitativo vicia la posibilidad de un desarrollo orgánico.
(EL JUEGO RITUAL Y LA NUEVA
RELIGIÓN MUNDIAL) La escuela sirve como una eficaz creadora y preservadora del
mito social debido a su estructura como juego ritual de las promociones
graduadas. Es el juego mismo el que escolariza, el que se mete en la sangre y
se convierte en hábito. Se inicia a una sociedad entera en el Mito del Consumo
Sin Fin de servicios.
Así como Max Weber examinó los
efectos sociales de la creencia en que la salvación pertenecía a quienes
acumulaban riqueza, podemos observar ahora que la gracia está reservada para
aquellos que acumulan años de escuela.
(EL REINO VENIDERO: LA
UNIVERSALIZACIÓN DE LAS EXPECTATIVAS)
La escuela conjuga las
expectativas del consumidor expresadas en sus pretensiones, con las creencias
del productor expresadas en su ritual.
(LA NUEVA ALIENACIÓN) La escuela
prepara para la alienante institucionalización de la vida al enseñar las
necesidades de ser enseñado. Una vez que se aprende esta lección, la gente
pierde su incentivo para desarrollarse con independencia; ya no se encuentra
atractivos en relacionarse y se cierra a las sorpresas que la vida ofrece
cuando no está predeterminada por la definición institucional.
(LA POTENCIALIDAD REVOLUCIONARIA
DE LA DESESCOLARIZACIÓN) la escuela esclaviza más profunda y sistemáticamente,
puesto que sólo a ella se le acredita la función principal de formar el juicio
crítico y, paradójicamente, trata de hacerlo haciendo que el aprender sobre sí
mismo, sobre los demás y sobre la naturaleza, dependa de un proceso
preempacado.
Para la sociedad está en juego
algo mucho mayor si una minoría significativa pierde su fe en la escolaridad.
Esto pondría en peligro la supervivencia no sólo del orden económico construido
sobre la coproducción de bienes y demandas, sino igualmente del orden político
construido sobre la nación-estado dentro del cual los estudiantes son dados a
luz por la escuela.
Los terapeutas pedagógicos drogarán
más a sus alumnos a fin de enseñarles mejor, y los estudiantes se drogarán más
a fin de conseguir aliviarse de las presiones de los profesores y de la carrera
por los diplomas.
Mientras un individuo no sea
explícitamente consciente del carácter ritual del proceso a través del cual fue
iniciado a las fuerzas que moldean su cosmos, no puede romper el conjuro y
moldear un nuevo cosmos.
(FALSOS SERVICIOS DE UTILIDAD
PÚBLICA) Un futuro deseable depende de nuestra deliberada elección de una vida
de acción en vez de una vida de consumo, de que engendremos un estilo de vida
que nos permita ser espontáneos, independientes y sin embargo relacionarnos uno
con otro, en vez de mantener un estilo de vida que sólo nos permite hacer y
deshacer, producir y consumir —un estilo de vida que es sólo una estación en el
camino hacia el agotamiento y la contaminación del entorno.
Las instituciones del ala derecha
tienden a ser procesos de producción altamente complejos y costosos en los
cuales gran parte de la complicación y el gasto se ocupan en convencer a los
consumidores de que no pueden vivir sin el producto o tratamiento ofrecido por
la institución. Las instituciones del ala izquierda tienden a ser redes que
facilitan la comunicación o cooperación iniciada por el cliente. Las
instituciones manipulativas de la derecha son formadoras de hábito,
«adictivas», social y psicológicamente. La adicción social, o escalada,
consiste en la tendencia a prescribir un tratamiento intensificado si unas
dosis menores no han rendido los resultados deseados.
Las instituciones de la izquierda
que uno mismo pone en actividad tienden a ser autolimitantes. Al revés de los
procesos de producción que identifican la satisfacción con el mero acto del
consumo, estas redes sirven a un objetivo que va más allá de su uso repetido.
La General Motors y la Ford
producen medios de transporte, pero también, y esto es más importante,
manipulan el gusto público de manera tal que la necesidad de transporte se
expresa como una demanda de coches privados y no de autobuses públicos: los
fabricantes de automóviles producen simultáneamente tanto los coches como la
demanda de coches.
La tecnología «moderna»
transferida a los países pobres se puede dividir en tres categorías: bienes,
fábricas que los hacen, e instituciones de servicios —principalmente escuelas—
que convierten a los hombres en productores y consumidores modernos.
Los graduados fabricados con
escuelas crean entonces una demanda de otros servicios conspicuos de utilidad
pública, tales como potencia industrial, carreteras pavimentadas, hospitales
modernos y aeropuertos, y éstos crean a su vez un mercado para los bienes
hechos para países ricos y, al cabo de un tiempo, la tendencia a importar
fábricas anticuadas para producirlos.
(LA ESCUELA COMO FALSO SERVICIO
DE UTILIDAD PÚBLICA) Hemos expuesto las autopistas como servicios de utilidad
pública espúreos observando cómo son dependientes de los automóviles privados.
Las escuelas se fundan en la hipótesis igualmente espúrea de que el aprendizaje
es el resultado de la enseñanza curricular (APRENDIZAJE INFORMAL).
Las carreteras son las
consecuencias del deseo y necesidad de movilizarse que es pervertido para
convertirlo en la demanda de coches privados. Las escuelas pervierten la natural
inclinación a desarrollarse y aprender convirtiéndola en la demanda de
instrucción. (PERVERSIÓN DE LA INCLINACIÓN NATURAL A DESARROLLARSE)
Al hacer que los hombres abdiquen
de la responsabilidad de su propio desarrollo, la escuela conduce a muchos a
una especie de suicidio espiritual (ABDICAR DE LA RESPONSABILIDAD CON UNO
MISMO).
El valor de la escolarización de
un hombre es función del número de años que ha permanecido en escuelas y de la
carestía de éstas.
El hombre debe elegir entre el
ser rico en cosas o el tener libertad para usarlas. Debe elegir entre estilos
alternativos de vida y programas conexos de producción.
El desempleo es la ociosidad del
hombre para quien no hay nada que «hacer» y que no sabe cómo «actuar». El
desempleo es la triste ociosidad del hombre que, al revés de Aristóteles, cree
que hacer cosas, o trabajar, es virtuoso y que la ociosidad es mala.
La manera radicalmente
alternativa de llenar el tiempo disponible consiste en una gama limitada de
bienes más durables y en proporcionar acceso a instituciones que puedan
aumentar la oportunidad y apetencia de las acciones humanas recíprocas.
El complemento de una lista de
bienes durables, reparables y reutilizables no es un aumento de servicios
producidos institucionalmente, sino más bien una estructura institucional que
eduque constantemente a la acción, a la participación, a la autoayuda.
La compatibilidad irracional es
la lógica creada por la conducta burocrática. Y se convierte en la lógica de
una sociedad que exige que los administradores de sus instituciones educativas
sean considerados públicamente responsables de la modificación del
comportamiento que producen en sus clientes. Los estudiantes que pueden ser
motivados a valorizar los paquetes educativos que sus profesores les obligan a consumir
son comparables a los campesinos chinos que pueden ajustar sus rebaños al
formulario de impuestos que ofrece Borges.
“Una sociedad en la que el
crecimiento tecnológico se ha confundido con control tecnocrático”.
Las estructuras de relación que
necesitamos son las que permitan a cada hombre definirse él mismo aprendiendo y
contribuyendo al aprendizaje de otros.
(TRAMAS DE APRENDIZAJE) En las
escuelas los alumnos matriculados se someten ante maestros diplomados a fin de
obtener sus propios diplomas; ambos quedan frustrados y ambos culpan a unos
recursos insuficientes —dinero, tiempo o edificios— de su mutua frustración.
Paradójicamente, si a estas
mismas personas se les insta a especificar cómo adquirieron lo que sabe y
estiman, admitirán prontamente que con mayor frecuencia lo aprendieron fuera y
no dentro de la escuela. Su conocimiento de hechos, lo que entienden de la vida
y de su trabajo les provino de la amistad o del amor, de mirar el televisor o
de leer, del ejemplo de sus iguales o de la incitación de un encuentro
callejero (APRENDIZAJE INFORMAL).
La alternativa a la dependencia
respecto de las escuelas no es el uso de recursos públicos para algún nuevo
dispositivo que «haga» aprender a la gente; es más bien la creación de un nuevo
estilo de relación educativa entre el hombre y su medio.
Lo contrario de la escuela es
posible: que podemos apoyarnos en el aprendizaje automotivado en vez de
contratar profesores para sobornar u obligar al estudiante a hallar el tiempo y
la voluntad de aprender, que podemos proporcionar al aprendiz nuevos vínculos
con el mundo en vez de continuar canalizando todos los programas educativos a
través del profesor.
La identidad del sistema escolar
nos obliga a reconocer la profunda identidad en todo el mundo, del mito, del
modo de producción y del método de control social, pese a la gran variedad de
mitologías en las cuales encuentra expresión el mito.
Un buen sistema educacional
debería tener tres objetivos: proporcionar a todos aquellos que lo quieren el
acceso a recursos disponibles en cualquier momento de sus vidas; dotar a todos
los que quieran compartir lo que saben del poder de encontrar a quienes quieran
aprender de ellos; y, finalmente, dar a todo aquel que quiera presentar al
público un tema de debate la oportunidad de dar a conocer su argumento.
Debería usar la tecnología
moderna para lograr que la libre expresión, la libre reunión y la prensa libre fuesen
universales y, por consiguiente, plenamente educativas.
Una persona de mente escolarizada
concibe el mundo como una pirámide de paquetes clasificados accesible sólo a
aquellos que llevan los rótulos apropiados.
Esta red de magnetófonos sería,
por supuesto, radicalmente diferente de la red actual de TV. Proporcionaría oportunidades
a la libre expresión: letrados y analfabetos podrían, por igual, registrar,
preservar, difundir y repetir sus opiniones. La inversión actual en TV, en
cambio, proporciona a los burócratas, sean políticos o educadores el poder de
rociar el continente con programas producidos institucionalmente, que ellos — o
sus patrocinantes— deciden que son buenos para el pueblo o que éste los pide.
(ACCESO A ENTORNOS EDUCATIVOS) Las
cosas son recursos básicos para aprender. La calidad de entorno y la relación
de una persona con él determinarán cuánto aprenderá incidentalmente. El aprendizaje
formal exige el acceso especial a cosas corrientes, por una parte o, por la
otra, el acceso fácil y seguro a cosas especiales hechas con fines educativos.
La industria ha rodeado a la
gente de artefactos hechos de manera que sólo a los especialistas les está
permitido entender su mecanismo interno. Al no especialista que trata de
figurarse qué hace marchar al reloj, o sonar al teléfono o funcionar a la
máquina de escribir, se le desalienta con la advertencia de que se romperá si
lo intenta.
En esta atmósfera, el estudiante
usa el mapa, el laboratorio, la enciclopedia o el microscopio sólo en los
escasos momentos en que el currículum, le dice que debe hacerlo. Incluso los
grandes clásicos se convierten en arte del «año de novato» universitario, en
vez de señalar una nueva dirección en la vida de la persona. La escuela aparta
las cosas del uso cotidiano al rotularlas como instrumentos educativos (…) El
usar cosas sólo como partes de un currículum puede tener un efecto incluso peor
que el apartarlas del entorno general. Puede corromper las actitudes de los
alumnos.
(RED DE OBJETOS DE APRENDIZAJE)
La red de «objetos de aprendizaje» puede encararse de dos maneras. Una
comunidad podría fijar un presupuesto máximo para este fin y disponer que todas
las partes de la red estuviesen abiertas a todos los visitantes a ciertas horas
razonables. O bien la comunidad podría decidir proporcionar a los ciudadanos unos
bonos o derechos limitados, según sus edades, que les darían acceso especial a
ciertos materiales costosos y escasos, dejando en cambio otros materiales más
simples a disposición de todos.
(RITUAL ESCOLAR COSTOSO) El
dinero que hoy se gasta en la parafernalia sagrada del ritual escolar podría
liberarse para proporcionar a todos los ciudadanos un mejor acceso a la vida
real de la ciudad. Podrían otorgarse incentivos tributarios especiales a
quienes emplearan niños de ocho a catorce años durante un par de horas diarias
si las condiciones de empleo fuesen humanas.
Muchas personas de «edad escolar»
saben más acerca del vecindario que los trabajadores sociales o los concejales.
Naturalmente que hacen también preguntas más incómodas y proponen soluciones
que amenazan a la burocracia.
Una parte considerable de los
conocimientos prácticos y teóricos del mundo y la mayoría de sus procesos y
equipos de producción están encerrados entre los muros de firmas comerciales, apartados
de sus clientes, empleados y accionistas, como también del público en general,
cuyas leyes e instalaciones les permiten funcionar.
La burocratización y la
organización han puesto a gran parte de la ciencia fuera del alcance del
público. En efecto, lo que solía ser una red internacional de información
científica ha sido escindida en una lid de grupos competidores.
Ya sea para hablar o para
conducir, para cocinar o para usar equipos de comunicaciones, a menudo apenas
nos damos cuenta de la instrucción y el aprendizaje formales, especialmente después
de nuestra primera experiencia con los materiales en cuestión.
Al público se le adoctrina con la
creencia de que las habilidades son valiosas y de fiar sólo si son el resultado
de una escolarización normal.
La institucionalización de las
reuniones: «Reunión» se refería originalmente al resultado del acto individual
de juntarse. Ahora se refiere al producto institucional de algún organismo.
Mientras los administradores de
redes se concentrarían principalmente en la construcción y mantenimiento de
caminos que dieran acceso a recursos, el pedagogo ayudaría al estudiante a
hallar el sendero que le pudiese conducir a mayor velocidad hacia su meta.
Debemos construir primero una
sociedad en la cual los actos personales mismos recuperen un valor más elevado
que el de hacer cosas y manipular gente. En una sociedad así, la enseñanza
exploratoria, inventiva, creativa, se contaría lógicamente entre las formas más
convenientes de pausado «desempleo».
Los maestros de escuela están
abrumadoramente mal pagados y frustrados por la estrecha fiscalización del
sistema escolar. Los más emprendedores y dotados de entre ellos hallarían
probablemente un trabajo más simpático, una mayor independencia, y hasta
mejores ingresos al especializarse como modelos de habilidades, administradores
de redes o especialistas en orientación.
Preservar el derecho de tener
acceso parejo a los instrumentos tanto para aprender, como para compartir con
otros lo que saben o creen.
En las calles de Nueva York, un
niño jamás toca nada que no haya sido ideado, proyectado, planificado y
vendido, científicamente, a alguien. Hasta los árboles están allí porque el
Departamento de Parques así lo decidió. Los chistes que el niño escucha por
televisión han sido programados a gran coste. La basura con que juega en las
calles de Harlem está hecha de paquetes deshechos ideados para un tercero.
Hasta los deseos y los temores están moldeados institucionalmente.
(EL INFIERNO) Un mundo de
demandas siempre crecientes no sólo es malo; el único término adecuado para
nombrarlo es «Infierno».
Rodeado por herramientas
todopoderosas, el hombre queda reducido a ser instrumento de sus instrumentos.
Cada una de las instituciones ideadas para exorcizar alguno de los males
primordiales se ha convertido en un ataúd a prueba de errores y de cierre
automático y hermético para el hombre.
El absurdo de las instituciones
modernas se evidencia en el caso de la militar. Las armas modernas pueden
defender la libertad, la civilización y la vida únicamente aniquilándolas. El
lenguaje militar, seguridad significa la capacidad de eliminar la Tierra.
El ideal contemporáneo es un
mundo panhigiénico: un mundo en el cual todos los contactos entre los hombres,
y entre los hombres y su mundo, sean el resultado de la previsión y la manipulación.
El hombre se ha convertido en el
juguete de científicos, ingenieros y planificadores.
Para el bosquimano, el suceso se
ciñe a las leyes de la magia, para el norteamericano, se ciñe a las leyes de la
ciencia.
Las metas institucionales se
contradicen continuamente con los productos institucionales. El programa para
la pobreza produce más pobres.
Por doquiera, la naturaleza se
vuelve ponzoñosa, la sociedad inhumana, la vida interior se ve invadida y la
vocación personal ahogada.
El hombre se autodefine ahora
como el horno en que se queman los valores producidos por sus herramientas.
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