La sociedad desescolarizada- Iván Illich

Esclarecer las metas personales que ampararían el advenimiento de una Edad del Ocio (schole) opuesta como tal a una economía dominada por las industrias de servicio.

(INSTITUCIONALIZACIÓN) Los adiestran a confundir proceso y sustancia. Una vez que estos dos términos se hacen indistintos, se adopta una nueva lógica: cuanto más tratamiento haya, tanto mejor serán los resultados. Al alumno se le «escolariza» de ese modo para confundir enseñanza con saber, promoción al curso siguiente con educación, diploma con competencia, y fluidez con capacidad para decir algo nuevo. A su imaginación se la «escolariza» para que acepte servicio en vez de valor. Se confunde el tratamiento médico tomándolo por cuidado de la salud, el trabajo social por mejoramiento de la vida comunitaria, la protección policial por tranquilidad, el equilibrio militar por seguridad nacional, la mezquina lucha cotidiana por trabajo productivo. La salud, el saber, la dignidad, la independencia y el quehacer creativo quedan definidos como poco más que el desempeño de las instituciones que afirman servir a estos fines, y su mejoramiento se hace dependiente de la asignación de mayores recursos a la administración de hospitales, escuelas y demás organismos correspondientes.

(POSITIVO) Precisamos investigaciones sobre el posible uso de la tecnología para crear instituciones que atiendan a la acción recíproca, creativa y autónoma entre personas y a la emergencia de valores que los tecnócratas no puedan controlar.

(CRÍTICA) Tanto el pobre como el rico dependen de escuelas y hospitales que guían sus vidas, forman su visión del mundo y definen para ellos qué es legítimo y qué no lo es. Ambos consideran irresponsable el medicamentarse uno mismo, y ven a la organización comunitaria, cuando no es pagada por quienes detentan la autoridad, como una forma de agresión y subversión. Para ambos grupos, el apoyarse en el tratamiento institucional hace sospechoso el logro independiente.

Una vez que una sociedad ha convertido ciertas necesidades básicas (nacer y morir) en demandas de bienes producidos científicamente, la pobreza queda definida por normas que los tecnócratas cambian a su tamaño. La pobreza se refiere entonces a aquellos que han quedado cortos respecto de un publicitado ideal de consumo en algún aspecto importante.

La pobreza moderna conjuga la pérdida del poder sobre las circunstancias con una pérdida de la potencia personal.

Debería ser obvio que incluso con escuelas de igual calidad un niño pobre rara vez se pondrá a la par de uno rico. Incluso si asisten a las mismas escuelas y comienzan a la misma edad, los niños pobres carecen de la mayoría de las oportunidades educativas que, al parecer, dispone el niño de clase media. Estas ventajas van desde la conversación y los libros en el hogar hasta el viaje de vacaciones y un sentido diferente de sí mismo, y actúan, para el niño que goza de ellas, tanto dentro de la escuela como fuera de ella. De modo que el estudiante más pobre se quedará atrás en tanto dependa de la escuela para progresar o aprender. Los pobres necesitan fondos que les permitan aprender y no obtener certificados del tratamiento de sus deficiencias presuntamente desproporcionadas.

Su fanatismo en favor de la escuela hace posible explotarlos por partida doble: permite aumentar la asignación de fondos públicos para la educación de unos pocos y aumentar la aceptación del control social por parte de la mayoría.

Hacer de la vida una experiencia educativa. El trabajo, el tiempo libre, la política, la vida ciudadana e incluso la vida familiar dependen de las escuelas, en lo concerniente a los hábitos y conocimientos que presuponen, en vez de convertirse ellos mismos en medios de educación.

Ni en Norteamérica ni en América Latina logran los pobres igualdad a partir de escuelas obligatorias. Pero en ambas partes la sola existencia de la escuela desanima al pobre y lo invalida para asir el control de su propio aprendizaje.

La escuela igual y obligatoria para todos debiera reconocerse por lo menos como algo económicamente impracticable.

La escuela obligatoria polariza inevitablemente a una sociedad y califica asimismo a las naciones del mundo según un sistema internacional de castas. A los países se los califica como castas cuya dignidad la determina el promedio de años de escolaridad de sus ciudadanos, tabla de calificación que se relaciona íntimamente con el producto nacional bruto per cápita y es mucho más dolorosa.

Se reconoce de manera general hoy por hoy que el medio ambiente físico quedará destruido dentro de poco por la contaminación bioquímica a menos que invirtamos las tendencias actuales de producción de bienes físicos. Debería reconocerse asimismo el que la vida social y personal están igualmente amenazada por la contaminación del Ministerio de Salud, Educación y Bienestar, subproducto inevitable del consumo obligatorio y competitivo del bienestar.

Un sistema escolar que logre su meta escolariza a padres y alumnos en el valor supremo de un sistema escolar aún mayor, cuyo coste crece desproporcionadamente conforme se crea una demanda de grados superiores y éstos se hacen escasos. En vez de decir que una escolaridad pareja es impracticable por el momento, debemos reconocer que, en principio, es económicamente absurda, y que intentarla es intelectualmente castrante, socialmente polarizante y que destruye la verosimilitud del sistema político que la promueve.

El que todos tengan iguales oportunidades de educarse es una meta deseable y factible, pero identificar con ello la escolaridad obligatoria es confundir la salvación con la iglesia. La escuela ha llegado a ser la religión del proletariado modernizado, y hace promesas huecas a los pobres de la era tecnología.

Con la escolaridad no se fomenta ni el deber ni la justicia porque los educadores insisten en aunar la instrucción y la certificación. El aprendizaje y la asignación de funciones sociales se funden en la escolarización. Y no obstante, aprender significa adquirir una nueva habilidad o entendimiento, mientras la promoción depende de la opinión que otros se hayan formado. El aprender es con frecuencia el resultado de una instrucción, pero el ser elegido para una función o categoría en el mercado del trabajo depende cada vez más sólo del tiempo que se ha asistido a un centro de instrucción.

Instrucción es la selección de circunstancias que facilitan el aprendizaje. Las funciones se asignan fijando un currículum de condiciones que el candidato debe satisfacer para pasar la valla. La escuela vincula la instrucción —pero no el aprendizaje— con estas funciones. Esto no es ni razonable ni liberador. No es razonable porque no liga unas cualidades o competencias sobresalientes a las funciones por desempeñar, sino el proceso mediante el cual se supone que habrán de adquirirse dichas cualidades. No libera ni educa porque la escuela reserva la instrucción para aquellos cuyos pasos en el aprendizaje se ajusten a unas medidas aprobadas de control social.

“Aún ahora muchos creen erróneamente que la escuela asegura el que la confianza pública dependa de unos logros sobresalientes en el saber. Pero en vez de haber igualado las posibilidades, el sistema escolar ha monopolizado su distribución”.

“Para separar la competencia del currículum, debe convertirse en tabú toda indagación acerca del historial de aprendizaje de cada persona, tal como las indagaciones acerca de su afiliación política, su asistencia a la iglesia, linaje, hábitos sexuales o antecedentes raciales”.

“Otra gran ilusión en que se apoya el sistema escolar es aquella de que la mayor parte del saber es el resultado de la enseñanza. La enseñanza puede, en verdad, contribuir a ciertos tipos de aprendizaje en ciertas circunstancias. Pero la mayoría de las personas adquieren la mayor parte de su conocimiento fuera de la escuela, y cuando este conocimiento se da en ella, sólo es en la medida en que, en unos cuantos países ricos, la escuela se ha convertido en su lugar de confinamiento durante una parte cada vez mayor de sus vidas”.

“La mayoría de quienes leen profusamente y con placer tan sólo creen que aprendieron a hacerlo en la escuela; cuando se les discute esto, descartan fácilmente este espejismo”.

(MOTIVACIÓN Y DISCIPLINA) Pero el hecho de que aún ahora una gran parte del aprendizaje parece ocurrir al azar y como subproducto de alguna otra actividad definida como trabajo u ocio no significa que el aprendizaje planificado no beneficie la instrucción planificada. Al estudiante poderosamente motivado que se enfrenta con la tarea de adquirir una habilidad nueva y compleja puede aprovecharle mucho la disciplina que hoy en día se asocia mentalmente con el maestro de viejo cuño que antaño enseñaba lectura, hebreo, catecismo o multiplicación de memoria (…) hay muchas destrezas que un estudiante motivado de aptitudes normales puede dominar en unos pocos meses si se le enseña de este modo tradicional.

“La instrucción rutinaria que cuesta menos que una escolarización comparable es ahora un privilegio de quienes son lo bastante ricos como para pasarse por alto las escuelas, y de aquellos a quienes el ejército o las grandes firmas les proporcionan un adiestramiento en el trabajo mismo”.

“Los profesores de habilidades se hacen escasos por la creencia en el valor de los títulos. La certificación es una manera de manipular el mercado y es concebible sólo para una mente escolarizada. La mayoría de los profesores de artes y oficios son menos diestros, tiene menor inventiva y son menos comunicativos que los mejores artesanos y maestros. La mayoría de los profesores del castellano o de francés de bachillerato no hablan esos idiomas con la corrección con que lo harían sus alumnos después de un semestre de rutinas competentes”.

“Muchos adolescentes, si se les dan los adecuados incentivos, programas y acceso a las herramientas, son mejores que la mayoría de los maestros de escuela para iniciar a los de su edad en la exploración científica de las plantas, las estrellas y la materia, y en el descubrimiento de cómo y por qué funciona un motor o un radio” … Esto depende de reunir al maestro correcto con el alumno correcto cuando éste está altamente motivado dentro de un programa inteligente, sin la restricción del currículum.

(BONOS) «bonos» o «títulos» educacionales o donaciones para pagarse el coste de los estudios, en manos de padres y estudiantes para que los gasten en las escuelas que elijan.

La escuela es ineficiente para instruir en destrezas por ser curricular. En la mayoría de las escuelas, un programa cuyo objetivo es mejorar una habilidad está siempre concatenado a otra tarea no pertinente.

“El profundo temor que la escuela nos ha inculcado, un miedo que nos pone criticones”.

Desde 1962, mi amigo Freire ha pasado de exilio en exilio, principalmente porque rehúsa llevar a cabo sus sesiones en torno a palabras que hayan sido preseleccionadas por educadores aprobados y prefiere utilizar aquellas que los participantes llevan consigo a las clases.

En vez de apoyarse en la selección realizada por alguna autoridad, cualquier par de personas puede, como compañeros de juego, elegir cualquier tema para analizar.

La ilusión de que podemos distinguir entre qué es educación necesaria para otros y qué no lo es, tal como generaciones anteriores establecieron leyes, las cuales definían qué era sagrado y qué profano.

(DIVISIÓN) La existencia misma de las escuelas obligatorias divide cualquier sociedad en dos ámbitos: ciertos lapsos, procesos, tratamientos y profesiones son «académicos» y «pedagógicos», y otros no lo son. Así, el poder de la escuela para dividir la realidad social no conoce límites: la educación se hace no terrenal, en tanto que el mundo se hace no educacional.

La escuela agrupa a las personas según sus edades. Este agrupamiento se funda en tres premisas indiscutidas. A los niños les corresponde estar en la escuela. Los niños aprenden en la escuela. A los niños puede enseñárseles solamente en la escuela.

La niñez como algo diferente de la infancia, la adolescencia o la juventud fue algo desconocido para la mayoría de los periodos históricos.

Hasta el siglo pasado, los «niños» de padres de clase media se fabricaban en casa con la ayuda de preceptores y escuelas privadas. Sólo con el advenimiento de la sociedad industrial la producción en masa de la «niñez» comenzó a ser factible y a ponerse al alcance de la multitud. El sistema escolar es un fenómeno moderno, como lo es la niñez que lo produce.

La mayoría de la gente en el mundo o no quieren o no pueden conceder una niñez moderna para sus críos. Pero también parece que la niñez es una carga para esos pocos a quienes se les concede. A muchos simplemente se les obliga a pasar por ella y no están en absoluto felices de desempeñar el papel de niños. Crecer pasando por la niñez significa estar condenado a un proceso de conflicto inhumano entre la conciencia de sí y el papel que impone una sociedad que está pasando por su propia edad escolar (…) según sospecho, tampoco nos gustó a muchos de nosotros el ser tratados como niños.

Aprenden eficazmente el mensaje que la escuela enseña: el que deben tener escuela, y más y más escuela.

Las escuelas crean trabajos para maestros de escuela, independientemente de lo que aprendan de ellos sus alumnos.

(CUSTODIO, PREDICADOR Y TERAPEUTA) La escuela, por su naturaleza misma, tiende a reclamar la totalidad del tiempo y las energías de sus participantes. Esto a su vez hace del profesor un custodio, un predicador y un terapeuta.

El maestro funda su autoridad sobre una pretensión diferente en cada uno de estos tres papeles. El profesor como- custodio actúa como maestro de ceremonias que guía a sus alumnos a lo largo de un ritual dilatado y laberíntico. Es árbitro del cumplimiento de las normas y administra las intrincadas rúbricas de iniciación a la vida. En el mejor de los casos, monta la escena para la adquisición de una habilidad como siempre han hecho los maestros de escuela. Sin hacerse ilusiones acerca de producir ningún saber profundo, somete a sus alumnos a ciertas rutinas básicas.

El profesor-como-moralista reemplaza a los padres, a Dios, al Estado. Adoctrina al alumno acerca de lo bueno y lo malo, no sólo en la escuela, sino en la sociedad en general. Se presenta in loco parentis para cada cual y asegura así que todos se sientan hijos del mismo Estado.

El profesor-como-terapeuta se siente autorizado a inmiscuirse en la vida privada de su alumno a fin de ayudarle a desarrollarse como persona. Cuando esta función la desempeña un custodio y predicador, significa por lo común que persuade al alumno a someterse a una domesticación de su visión de la verdad y de su sentido de lo justo.

El ceremonial o ritual de la escolarización misma constituye un currículum escondido de este tipo. Este currículum oculto sirve como ritual de iniciación a una sociedad de consumo orientada hacia el crecimiento, tanto para ricos como para pobres.

La universidad moderna confiere el privilegio de disentir a aquellos que han sido comprobados y clasificados como fabricantes de dinero o detentadores de poder en potencia. A nadie se le conceden fondos provenientes de impuestos para que tengan así tiempo libre para autoeducarse o el derecho de educar a otros, a menos que al mismo tiempo puedan certificarse sus logros.

Durante la Edad Media, el ser estudioso significaba ser pobre y hasta mendicante. En virtud de su vocación, el estudioso medieval aprendía latín, se convertía en un out-sider digno tanto de la mofa como de la estimación del campesino y del príncipe, del burgués y del clérigo.

La universidad moderna ha perdido por incumplimiento su posibilidad de ofrecer un escenario simple para encuentros que sean autónomos y anárquicos, enfocados hacia un interés y sin embargo espontáneos y vivaces, y ha elegido en cambio administrar el proceso mediante el cual se produce lo que ha dado en llamarse investigación y enseñanza.

(FOCOS DE HEREJÍA) Otros reconocen el monopolio de las escuelas sobre sus recursos que ellos necesitan para construir una contrasociedad. Busca de apoyo el uno en el otro para vivir con integridad mientras se someten al ritual académico. Forman, por así decirlo, focos de herejía en medio de la jerarquía.

La universidad ofrece una combinación singular de circunstancias que permite a algunos de sus miembros criticar el conjunto de la sociedad. Proporciona tiempo, movilidad, acceso a los iguales y a la información, así como cierta impunidad —privilegios de que no disponen igualmente otros sectores de la población. Pero la universidad permite esta libertad sólo a quienes ya han sido profundamente iniciados en la sociedad de consumo y en la necesidad de alguna especie de escolaridad pública obligatoria.

El sistema escolar de hoy en día desempeña la triple función que ha sido común a las iglesias poderosas a lo largo de la historia. Es simultáneamente el depósito del mito de la sociedad, la institucionalización de las contradicciones de este mito, y el lugar donde ocurre el ritual que reproduce y encubre las disparidades entre el mito y la realidad.

Ni el aprendizaje individual ni la igualdad social pueden acrecentarse mediante el ritual de la escolarización. No podremos ir más allá de la sociedad de consumo a menos que entendamos primero que las escuelas públicas obligatorias reproducen inevitablemente dicha sociedad, independientemente de lo que se enseñe en ellas.

(APRENDIZAJE INFORMAL) el aprendizaje es la actividad humana que menos manipulación de terceros necesita. La mayor parte del aprendizaje no es la consecuencia de una instrucción. Es más bien el resultado de una participación no estorbada en un entorno significativo. La mayoría de la gente aprende mejor «metiendo la cuchara», y sin embargo la escuela les hace identificar su desarrollo cognoscitivo personal con una programación y manipulación complicadas.

(MITO DE LOS VALORES INSTITUCIONALIZADOS) Una vez que los jóvenes han permitido que sus imaginaciones sean formadas por la instrucción curricular, están condicionados para las planificaciones institucionales de toda especie. La «institución» les ahoga el horizonte imaginativo.

(EL MITO DE LA MEDICIÓN DE LOS VALORES) El desarrollo personal no es una entidad mensurable. Es crecimiento en disensión disciplinada, que no puede medirse respecto de ningún currículum, ni compararse con lo logrado por algún otro. En ese aprendizaje uno puede emular a otros sólo en el empeño imaginativo, y seguir sus huellas más bien que remendar sus maneras de andar. El aprendizaje que yo aprecio es una recreación inmensurable.

En un mundo escolarizado, el camino hacia la felicidad está pavimentado con un índice de precios para el consumidor.

(EL MITO DE LOS VALORES ENVASADOS) A los consumidores-alumnos se les enseña a ajustar sus deseos a valores comercializables. De modo que se les hace sentirse culpables si no se comportan de conformidad con las predicciones de la investigación sobre consumidores mediante la consecución de grados y diplomas que les colocará en la categoría laboral que se les ha inducido a esperar.

Los estadounidenses saludables redoblan su resistencia a la enseñanza conforme se ven más cabalmente manipulados. Su resistencia no se debe al estilo autoritario de una escuela pública o al estilo seductor de algunas escuelas libres, sino al planteamiento fundamental común a todas las escuelas —la idea de que el juicio de una persona debiera determinar qué y cuándo debe aprender otra persona.

(EL MITO DEL PROGRESO QUE SE PERPETÚA A SÍ MISMO) Cada tema llega envasado con la instrucción de continuar consumiendo una «oferta» tras otra, y el envase del año anterior es siempre anticuado para el consumidor del año en curso.

Tanto el desertor, a quien se le hace recordar a perpetuidad lo que se perdió, como el graduado a quien se le hace sentir inferior a la nueva casta de estudiantes, saben exactamente dónde están situados en el ritual de engaños crecientes, y continúan apoyando una sociedad que para denominar a la brecha cada vez más ancha de frustración usa el eufemismo de «revolución de expectativas crecientes».

El compromiso con un ilimitado aumento cuantitativo vicia la posibilidad de un desarrollo orgánico.

(EL JUEGO RITUAL Y LA NUEVA RELIGIÓN MUNDIAL) La escuela sirve como una eficaz creadora y preservadora del mito social debido a su estructura como juego ritual de las promociones graduadas. Es el juego mismo el que escolariza, el que se mete en la sangre y se convierte en hábito. Se inicia a una sociedad entera en el Mito del Consumo Sin Fin de servicios.

Así como Max Weber examinó los efectos sociales de la creencia en que la salvación pertenecía a quienes acumulaban riqueza, podemos observar ahora que la gracia está reservada para aquellos que acumulan años de escuela.

(EL REINO VENIDERO: LA UNIVERSALIZACIÓN DE LAS EXPECTATIVAS)

La escuela conjuga las expectativas del consumidor expresadas en sus pretensiones, con las creencias del productor expresadas en su ritual.

(LA NUEVA ALIENACIÓN) La escuela prepara para la alienante institucionalización de la vida al enseñar las necesidades de ser enseñado. Una vez que se aprende esta lección, la gente pierde su incentivo para desarrollarse con independencia; ya no se encuentra atractivos en relacionarse y se cierra a las sorpresas que la vida ofrece cuando no está predeterminada por la definición institucional.

(LA POTENCIALIDAD REVOLUCIONARIA DE LA DESESCOLARIZACIÓN) la escuela esclaviza más profunda y sistemáticamente, puesto que sólo a ella se le acredita la función principal de formar el juicio crítico y, paradójicamente, trata de hacerlo haciendo que el aprender sobre sí mismo, sobre los demás y sobre la naturaleza, dependa de un proceso preempacado.

Para la sociedad está en juego algo mucho mayor si una minoría significativa pierde su fe en la escolaridad. Esto pondría en peligro la supervivencia no sólo del orden económico construido sobre la coproducción de bienes y demandas, sino igualmente del orden político construido sobre la nación-estado dentro del cual los estudiantes son dados a luz por la escuela.

Los terapeutas pedagógicos drogarán más a sus alumnos a fin de enseñarles mejor, y los estudiantes se drogarán más a fin de conseguir aliviarse de las presiones de los profesores y de la carrera por los diplomas.

Mientras un individuo no sea explícitamente consciente del carácter ritual del proceso a través del cual fue iniciado a las fuerzas que moldean su cosmos, no puede romper el conjuro y moldear un nuevo cosmos.

(FALSOS SERVICIOS DE UTILIDAD PÚBLICA) Un futuro deseable depende de nuestra deliberada elección de una vida de acción en vez de una vida de consumo, de que engendremos un estilo de vida que nos permita ser espontáneos, independientes y sin embargo relacionarnos uno con otro, en vez de mantener un estilo de vida que sólo nos permite hacer y deshacer, producir y consumir —un estilo de vida que es sólo una estación en el camino hacia el agotamiento y la contaminación del entorno.

Las instituciones del ala derecha tienden a ser procesos de producción altamente complejos y costosos en los cuales gran parte de la complicación y el gasto se ocupan en convencer a los consumidores de que no pueden vivir sin el producto o tratamiento ofrecido por la institución. Las instituciones del ala izquierda tienden a ser redes que facilitan la comunicación o cooperación iniciada por el cliente. Las instituciones manipulativas de la derecha son formadoras de hábito, «adictivas», social y psicológicamente. La adicción social, o escalada, consiste en la tendencia a prescribir un tratamiento intensificado si unas dosis menores no han rendido los resultados deseados.

Las instituciones de la izquierda que uno mismo pone en actividad tienden a ser autolimitantes. Al revés de los procesos de producción que identifican la satisfacción con el mero acto del consumo, estas redes sirven a un objetivo que va más allá de su uso repetido.

La General Motors y la Ford producen medios de transporte, pero también, y esto es más importante, manipulan el gusto público de manera tal que la necesidad de transporte se expresa como una demanda de coches privados y no de autobuses públicos: los fabricantes de automóviles producen simultáneamente tanto los coches como la demanda de coches.

La tecnología «moderna» transferida a los países pobres se puede dividir en tres categorías: bienes, fábricas que los hacen, e instituciones de servicios —principalmente escuelas— que convierten a los hombres en productores y consumidores modernos.

Los graduados fabricados con escuelas crean entonces una demanda de otros servicios conspicuos de utilidad pública, tales como potencia industrial, carreteras pavimentadas, hospitales modernos y aeropuertos, y éstos crean a su vez un mercado para los bienes hechos para países ricos y, al cabo de un tiempo, la tendencia a importar fábricas anticuadas para producirlos.

(LA ESCUELA COMO FALSO SERVICIO DE UTILIDAD PÚBLICA) Hemos expuesto las autopistas como servicios de utilidad pública espúreos observando cómo son dependientes de los automóviles privados. Las escuelas se fundan en la hipótesis igualmente espúrea de que el aprendizaje es el resultado de la enseñanza curricular (APRENDIZAJE INFORMAL).

Las carreteras son las consecuencias del deseo y necesidad de movilizarse que es pervertido para convertirlo en la demanda de coches privados. Las escuelas pervierten la natural inclinación a desarrollarse y aprender convirtiéndola en la demanda de instrucción. (PERVERSIÓN DE LA INCLINACIÓN NATURAL A DESARROLLARSE)

Al hacer que los hombres abdiquen de la responsabilidad de su propio desarrollo, la escuela conduce a muchos a una especie de suicidio espiritual (ABDICAR DE LA RESPONSABILIDAD CON UNO MISMO).

El valor de la escolarización de un hombre es función del número de años que ha permanecido en escuelas y de la carestía de éstas.

El hombre debe elegir entre el ser rico en cosas o el tener libertad para usarlas. Debe elegir entre estilos alternativos de vida y programas conexos de producción.

El desempleo es la ociosidad del hombre para quien no hay nada que «hacer» y que no sabe cómo «actuar». El desempleo es la triste ociosidad del hombre que, al revés de Aristóteles, cree que hacer cosas, o trabajar, es virtuoso y que la ociosidad es mala.

La manera radicalmente alternativa de llenar el tiempo disponible consiste en una gama limitada de bienes más durables y en proporcionar acceso a instituciones que puedan aumentar la oportunidad y apetencia de las acciones humanas recíprocas.

El complemento de una lista de bienes durables, reparables y reutilizables no es un aumento de servicios producidos institucionalmente, sino más bien una estructura institucional que eduque constantemente a la acción, a la participación, a la autoayuda.

La compatibilidad irracional es la lógica creada por la conducta burocrática. Y se convierte en la lógica de una sociedad que exige que los administradores de sus instituciones educativas sean considerados públicamente responsables de la modificación del comportamiento que producen en sus clientes. Los estudiantes que pueden ser motivados a valorizar los paquetes educativos que sus profesores les obligan a consumir son comparables a los campesinos chinos que pueden ajustar sus rebaños al formulario de impuestos que ofrece Borges.

“Una sociedad en la que el crecimiento tecnológico se ha confundido con control tecnocrático”.

Las estructuras de relación que necesitamos son las que permitan a cada hombre definirse él mismo aprendiendo y contribuyendo al aprendizaje de otros.

(TRAMAS DE APRENDIZAJE) En las escuelas los alumnos matriculados se someten ante maestros diplomados a fin de obtener sus propios diplomas; ambos quedan frustrados y ambos culpan a unos recursos insuficientes —dinero, tiempo o edificios— de su mutua frustración.

Paradójicamente, si a estas mismas personas se les insta a especificar cómo adquirieron lo que sabe y estiman, admitirán prontamente que con mayor frecuencia lo aprendieron fuera y no dentro de la escuela. Su conocimiento de hechos, lo que entienden de la vida y de su trabajo les provino de la amistad o del amor, de mirar el televisor o de leer, del ejemplo de sus iguales o de la incitación de un encuentro callejero (APRENDIZAJE INFORMAL).

La alternativa a la dependencia respecto de las escuelas no es el uso de recursos públicos para algún nuevo dispositivo que «haga» aprender a la gente; es más bien la creación de un nuevo estilo de relación educativa entre el hombre y su medio.

Lo contrario de la escuela es posible: que podemos apoyarnos en el aprendizaje automotivado en vez de contratar profesores para sobornar u obligar al estudiante a hallar el tiempo y la voluntad de aprender, que podemos proporcionar al aprendiz nuevos vínculos con el mundo en vez de continuar canalizando todos los programas educativos a través del profesor.

La identidad del sistema escolar nos obliga a reconocer la profunda identidad en todo el mundo, del mito, del modo de producción y del método de control social, pese a la gran variedad de mitologías en las cuales encuentra expresión el mito.

Un buen sistema educacional debería tener tres objetivos: proporcionar a todos aquellos que lo quieren el acceso a recursos disponibles en cualquier momento de sus vidas; dotar a todos los que quieran compartir lo que saben del poder de encontrar a quienes quieran aprender de ellos; y, finalmente, dar a todo aquel que quiera presentar al público un tema de debate la oportunidad de dar a conocer su argumento.

Debería usar la tecnología moderna para lograr que la libre expresión, la libre reunión y la prensa libre fuesen universales y, por consiguiente, plenamente educativas.

Una persona de mente escolarizada concibe el mundo como una pirámide de paquetes clasificados accesible sólo a aquellos que llevan los rótulos apropiados.

Esta red de magnetófonos sería, por supuesto, radicalmente diferente de la red actual de TV. Proporcionaría oportunidades a la libre expresión: letrados y analfabetos podrían, por igual, registrar, preservar, difundir y repetir sus opiniones. La inversión actual en TV, en cambio, proporciona a los burócratas, sean políticos o educadores el poder de rociar el continente con programas producidos institucionalmente, que ellos — o sus patrocinantes— deciden que son buenos para el pueblo o que éste los pide.

(ACCESO A ENTORNOS EDUCATIVOS) Las cosas son recursos básicos para aprender. La calidad de entorno y la relación de una persona con él determinarán cuánto aprenderá incidentalmente. El aprendizaje formal exige el acceso especial a cosas corrientes, por una parte o, por la otra, el acceso fácil y seguro a cosas especiales hechas con fines educativos.

La industria ha rodeado a la gente de artefactos hechos de manera que sólo a los especialistas les está permitido entender su mecanismo interno. Al no especialista que trata de figurarse qué hace marchar al reloj, o sonar al teléfono o funcionar a la máquina de escribir, se le desalienta con la advertencia de que se romperá si lo intenta.

En esta atmósfera, el estudiante usa el mapa, el laboratorio, la enciclopedia o el microscopio sólo en los escasos momentos en que el currículum, le dice que debe hacerlo. Incluso los grandes clásicos se convierten en arte del «año de novato» universitario, en vez de señalar una nueva dirección en la vida de la persona. La escuela aparta las cosas del uso cotidiano al rotularlas como instrumentos educativos (…) El usar cosas sólo como partes de un currículum puede tener un efecto incluso peor que el apartarlas del entorno general. Puede corromper las actitudes de los alumnos.

(RED DE OBJETOS DE APRENDIZAJE) La red de «objetos de aprendizaje» puede encararse de dos maneras. Una comunidad podría fijar un presupuesto máximo para este fin y disponer que todas las partes de la red estuviesen abiertas a todos los visitantes a ciertas horas razonables. O bien la comunidad podría decidir proporcionar a los ciudadanos unos bonos o derechos limitados, según sus edades, que les darían acceso especial a ciertos materiales costosos y escasos, dejando en cambio otros materiales más simples a disposición de todos.

(RITUAL ESCOLAR COSTOSO) El dinero que hoy se gasta en la parafernalia sagrada del ritual escolar podría liberarse para proporcionar a todos los ciudadanos un mejor acceso a la vida real de la ciudad. Podrían otorgarse incentivos tributarios especiales a quienes emplearan niños de ocho a catorce años durante un par de horas diarias si las condiciones de empleo fuesen humanas.

Muchas personas de «edad escolar» saben más acerca del vecindario que los trabajadores sociales o los concejales. Naturalmente que hacen también preguntas más incómodas y proponen soluciones que amenazan a la burocracia.

Una parte considerable de los conocimientos prácticos y teóricos del mundo y la mayoría de sus procesos y equipos de producción están encerrados entre los muros de firmas comerciales, apartados de sus clientes, empleados y accionistas, como también del público en general, cuyas leyes e instalaciones les permiten funcionar.

La burocratización y la organización han puesto a gran parte de la ciencia fuera del alcance del público. En efecto, lo que solía ser una red internacional de información científica ha sido escindida en una lid de grupos competidores.

Ya sea para hablar o para conducir, para cocinar o para usar equipos de comunicaciones, a menudo apenas nos damos cuenta de la instrucción y el aprendizaje formales, especialmente después de nuestra primera experiencia con los materiales en cuestión.

Al público se le adoctrina con la creencia de que las habilidades son valiosas y de fiar sólo si son el resultado de una escolarización normal.

La institucionalización de las reuniones: «Reunión» se refería originalmente al resultado del acto individual de juntarse. Ahora se refiere al producto institucional de algún organismo.

Mientras los administradores de redes se concentrarían principalmente en la construcción y mantenimiento de caminos que dieran acceso a recursos, el pedagogo ayudaría al estudiante a hallar el sendero que le pudiese conducir a mayor velocidad hacia su meta.

Debemos construir primero una sociedad en la cual los actos personales mismos recuperen un valor más elevado que el de hacer cosas y manipular gente. En una sociedad así, la enseñanza exploratoria, inventiva, creativa, se contaría lógicamente entre las formas más convenientes de pausado «desempleo».

Los maestros de escuela están abrumadoramente mal pagados y frustrados por la estrecha fiscalización del sistema escolar. Los más emprendedores y dotados de entre ellos hallarían probablemente un trabajo más simpático, una mayor independencia, y hasta mejores ingresos al especializarse como modelos de habilidades, administradores de redes o especialistas en orientación.

Preservar el derecho de tener acceso parejo a los instrumentos tanto para aprender, como para compartir con otros lo que saben o creen.

En las calles de Nueva York, un niño jamás toca nada que no haya sido ideado, proyectado, planificado y vendido, científicamente, a alguien. Hasta los árboles están allí porque el Departamento de Parques así lo decidió. Los chistes que el niño escucha por televisión han sido programados a gran coste. La basura con que juega en las calles de Harlem está hecha de paquetes deshechos ideados para un tercero. Hasta los deseos y los temores están moldeados institucionalmente.

(EL INFIERNO) Un mundo de demandas siempre crecientes no sólo es malo; el único término adecuado para nombrarlo es «Infierno».

Rodeado por herramientas todopoderosas, el hombre queda reducido a ser instrumento de sus instrumentos. Cada una de las instituciones ideadas para exorcizar alguno de los males primordiales se ha convertido en un ataúd a prueba de errores y de cierre automático y hermético para el hombre.

El absurdo de las instituciones modernas se evidencia en el caso de la militar. Las armas modernas pueden defender la libertad, la civilización y la vida únicamente aniquilándolas. El lenguaje militar, seguridad significa la capacidad de eliminar la Tierra.

El ideal contemporáneo es un mundo panhigiénico: un mundo en el cual todos los contactos entre los hombres, y entre los hombres y su mundo, sean el resultado de la previsión y la manipulación.

El hombre se ha convertido en el juguete de científicos, ingenieros y planificadores.

Para el bosquimano, el suceso se ciñe a las leyes de la magia, para el norteamericano, se ciñe a las leyes de la ciencia.

Las metas institucionales se contradicen continuamente con los productos institucionales. El programa para la pobreza produce más pobres.

Por doquiera, la naturaleza se vuelve ponzoñosa, la sociedad inhumana, la vida interior se ve invadida y la vocación personal ahogada.

El hombre se autodefine ahora como el horno en que se queman los valores producidos por sus herramientas.

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