La casa de cartón- Martín Adán
Pasa un perrito cojo - he aquí la única compasión, la única caridad, el único amor de que soy capaz-.
Los perros no tienen Lenin, y esto les garantiza una vida humana pero verdadera.
Pero los hombres tienen posvida.
Por eso dedican su vida al amor del prójimo.
El dinero lo hacer para matar el tiempo inútil, el tiempo vacío...
Diógenes es un mito - la humanización del perro-.
El anhelo que tienen los grandes hombres de ser completamente perros. Los pequeños hombres quieren ser completamente grandes hombres, millonarios, a veces dioses.
Yo no soy un gran hombre- yo soy un hombre cualquiera que ensaya las grandes felicidades-
Pero la felicidad no basta a ser feliz.
¿Qué soy, qué quiero? Soy un hombre y no quiero nada.
O tal vez ser un hombre como los toros o como los otros.
Tú no tienes las orejas demasiado grandes.
Yo quiero ser feliz de una manera pequeña. Con dulzura, con esperanza, con insatisfacción, con limitación, con tiempo, con perfección.
La muerte es solo un pensamiento, nada más, nada más...
Y yo quiero que sea un largo deleite con si fin, con su calidad.
Nada me basta, ni siquiera la muerte; quiero medida, perfección, satisfacción, deleite.
Me siento un hombre que no ha pecado nunca. Estoy sin pasado, con un futuro excesivo.
Mujeres hay que no llegan a concebir nunca, y estas son el terror de la muerte, quien para llevarlas al otro mundo, tienee que luchar con ellas a brazo partido, sin esperanza de no salir con los huesos del esqueleto horriblemente arañados: las solteras mueren heroicamente.
Un viejo es un charco al que ninguna muchacha va a mirarse la cara. Porque la vida de uno es un charco, pero la vida de los otros son caras que vienen a mirarse en él. Sí, Catita. Pero algunas vidas no son un charco, sino un lago, un mar, un oceáno donde solo se miran el cielo y las montañas, las nubes, grandes barcos.
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