Familia y desarrollo psicológica- Enrique Arranz
Tanto Freud (1937) como Abraham (1979) aventuran la hipótesis de que el origen del monoteísmo instaurado por Moisés en el antiguo testamento con el pueblo judío, que huye de Egipto, pueda provenir de la influencia del monoteísmo de Akenatón. Sin duda constituye un hecho de importancia cultural que el modelo familiar de relación amorosa padre-hijo se encuentre en la base de la religión judía y cristiana.
El abandono de las teorías de
estadios supone un mayor reconocimiento de la influencia de los diversos
contextos en los que el desarrollo psicológico se produce.
Aquellas interacciones sociales
que a cada individuo le toca experimentar en su grupo familiar construyen su
individualidad en una dirección u otra.
El concepto de prolepsis, acuñado
por Cole (1996), ahonda en la idea de la proyección de valores y expectativas
de futuro que los niños reciben, en función de sus características físicas o
temperamentales, como reflejo de su entorno cultural.
Los padres sostienen diversas
ideas sobre el origen y las causas de la conducta; los padres que tienen ideas
innatistas consideran que su capacidad de influir en el curso del desarrollo de
sus hijos es limitada. Sin embargo, los padres que mantienen unas ideas más ambientalistas
entienden que, de hecho, pueden influir, ayudar o educar a sus hijos.
Las ideas y actitudes de los
padres pueden ser intervenidas educativamente desde una perspectiva preventiva
de los problemas y optimizadora del proceso de desarrollo psicológico.
El hecho de que la familia deje
de ser una unidad productiva tiene como consecuencia inmediata el descenso del
número de hijos que se conciben porque, desde el balance costos/beneficios,
tener hijos no es rentable, en la medida en que conlleva muchos más costos que
los beneficios que produce. El hecho de tener hijos ha incrementado
significativamente su valor emocional a la vez que ha incrementado también su
coste económico.
La familia ya no es una fuente de
producción de bienes económicos en sí misma, sino que ha pasado de ser una
unidad productiva a ser una unidad de consumo. Este hecho tiene una
consecuencia muy significativa desde el punto de vista de las relaciones
familiares: la pérdida por parte del padre del estatus de jefe de la familia en
la medida en que era el jefe de la unidad productiva.
En el contexto de esta familia
relegada a lo privado, obligada a convivir durante un largo periodo y que
interacciona preferentemente en momentos de ocio, se presenta la dificultad que
supone ejercer la crianza en un ambiente de holganza; resulta evidente la
dificultad de transmitir normas y educar cuando la familia ya no es una unidad
de producción con un jefe que impone su autoridad, sino un espacio de
relajación y de descanso.
La propia familia es en sí un
microsistema interactivo con sus propias reglas y, en muchas ocasiones, las
influencias culturales van a oponerse o a complementarse con otras fuentes de
influencia, como lo son las que provienen de la información genética o de las
propias características del ser humano en desarrollo.
El objetivo del sistema familiar
es lograr la supervivencia, ajuste personal y adaptación de sus miembros al
entorno social.
Entre los factores identificados
para explicar esa impermeabilidad a los efectos de un ambiente familiar adverso
se encuentra un apego seguro en los primeros meses de vida y un ambiente
familiar muy abierto que provea al niño de modelos alternativos y de recursos
externos a la propia familia.
Para comprender las relaciones
entre la interacción familiar y el proceso de desarrollo psicológico se puede
resumir en la importancia de la consideración del contexto para entender la
interacción familiar, lo que constituye la base del modelo ecológico; a ello
hay que añadir la consideración de unas interacciones bidireccionales y
transaccionales que facilitan la autorregulación del propio sistema en función
del intercambio de información entre sus partes.
El proceso de diferenciación
grupal es un proceso de obtención de una identidad separada dentro del propio
grupo de iguales y su origen motivacional se encuentra en el aumento de la
autoestima y la necesidad de autovalorarse positivamente.
Se debe tener en cuenta que el
contexto familiar es, habitualmente, un contexto más estable a lo largo del
tiempo y que las interacciones que se producen dentro de él tienen una alta
significatividad afectiva y personal, lo que se ha denominado continuidad
contextual y significatividad afectivo-personal.
La genética de la conducta no va
a estudiar la influencia de los genes en los rasgos psicológicos, sino su
influencia en el ambiente de interacción social donde se produce el desarrollo.
No significa necesariamente que existan genes específicos para determinadas
conductas, sino que los genes pueden sesgar a las personas de una manera tan
estrecha que les conduce a comportarse de la misma manera.
Desde el punto de vista
metodológico, sólo se podría afirmar que las coincidencias halladas entre dos
gemelos idénticos criados aparte se deben a factores genéticos si se ha logrado
demostrar empíricamente que no existen similitudes significativas en el
ambiente en el que han sido criados.
Se comete un error cuando el
comportamiento agresivo de un niño se justifica invocando factores ambientales
como un estilo educativo punitivo que utiliza el castigo físico, debido a que
tanto la agresividad infantil como la crianza punitiva pueden estar influidas
por genes compartidos por padres e hijos. Además, una predisposición hacia el
uso de la disciplina punitiva puede ser exacerbada por determinados estresores
como, por ejemplo, la pobreza.
Los padres, en muchos casos,
facilitan esta selección de ambientes practicada por los hijos y que construyen
conjuntamente el nicho evolutivo en el que se va a producir el desarrollo.
Los hermanos que viven en una
misma familia no tienen las mismas experiencias en su biografía interactiva
intrafamiliar, porque cada uno de ellos construye un ambiente interactivo
propio; este hecho va a explicar las diferencias futuras entre ellos en lo que
se refiere a su desarrollo psicológico.
Los padres contribuyen de forma
importante pero no exclusiva a las interacciones intrafamiliares de sus hijos.
La influencia de la familia
consiste en la interiorización de unas interacciones continuas a lo largo del
tiempo, partiendo del hecho de que esas interacciones son influidas por
múltiples factores. En el trasfondo hermenéutico de este análisis aparece la
ley vigotskyana del doble origen de los procesos psicológicos superiores,
apuntalando la idea de que los individuos son diferentes porque interiorizan
interacciones sociales diferenciadas.
Hoy en día, ningún estudioso de
la socialización afirma —si es que alguna vez lo hizo— que los padres son la
única influencia importante en el desarrollo de los hijos. Sabemos que existe
una red de factores causales que afectan al crecimiento y desarrollo infantil.
La crianza es solamente uno de ellos y no necesariamente el más importante. Los
niños son influidos por su configuración genética, por el vecindario en el que
viven, por las escuelas a las que van y por el tipo de iguales con los que se
relacionan. Debemos notar, sin embargo, que los padres están directamente
implicados en la elección de los ambientes extrafamiliares de sus hijos.
La investigación sobre estilos
educativos se enclava en el ámbito de un modelo de influencias unidireccional
que no es el más vigente en la actualidad. Desde la perspectiva interactiva y
bidireccional actual se debe tener en cuenta que los padres no practican un
solo estilo y de forma continuada a lo largo de toda la crianza, y que la
respuesta al uso de un determinado estilo educativo estará condicionada por las
características del niño.
A pesar de la similitud genética,
los hermanos de una misma familia son diferentes porque interiorizan
interacciones intrafamiliares diferenciales para cada uno.
El impacto del contexto familiar
en el proceso de desarrollo psicológico no se puede conceptualizar como una
influencia unidireccional de las características de los padres sobre los hijos,
sino que los padres contribuyen a la estructuración de un espacio interactivo
que puede mejorar, inhibir o empeorar el proceso mencionado.
Tanto en la implicación escolar
de los padres como en la supervisión del contacto de los hijos con los medios,
los padres deben mostrar coherencia en los criterios que utilizan.
La mayoría de las familias,
incluso aquellas que habían tenido unas relaciones armónicas durante la niñez,
van a atravesar durante la adolescencia temprana una época de un cierto
desajuste y de una mayor conflictividad.
No es necesario que se produzcan
acontecimientos catastróficos para que se genere un elevado nivel de estrés en
un sujeto, ya que suele ser el efecto acumulativo de pequeños sucesos lo que
más frecuentemente suele desbordar las estrategias de afrontamiento del individuo,
generando una gran tensión emocional.
Cuando el conflicto tiene lugar
en el marco de unas buenas relaciones familiares puede facilitar el desarrollo
de la asertividad, las habilidades de resolución de conflictos o la adopción de
perspectivas.
Es importante tener en cuenta dos
aspectos muy íntimamente relacionados: por un lado, que el estilo educativo no
es una característica del progenitor, sino de la relación particular que
mantiene con su hijo, y por otro que tiene más sentido pensar en influencias
bidireccionales.
A menos que la seguridad o la
salud del menor esté en peligro, debe dejarse que aprenda de sus propios
errores y vaya adquiriendo un sentido de la responsabilidad personal que
difícilmente podría conseguir sin esa libertad para actuar.
VARIABLE 2: «CIERTO NIVEL DE
DESAFÍO: PRÁCTICA DE LA FRUSTRACIÓN ÓPTIMA»
Frustraciones adecuadamente
temporalizadas, dosificadas, nunca traumáticas y que generen un conflicto que
haga evolucionar al sujeto.
Valoración crítica y constructiva
por parte de los padres de los rasgos y personalidad de sus hijos.
INTERVENCIÓN: Formación de padres
o cuidadores para aplicar los siguientes criterios:
• no responder a todos los deseos
y/o exigencias del niño o adolescente.
• ofrecer una cierta resistencia
a las demandas de resolución de problemas.
• esperar a que el niño o
adolescente desarrolle estrategias nuevas de resolución o enseñarle estrategias
para que las apliquen de forma autónoma.
• reforzar socialmente los
comportamientos de esfuerzo para solucionar problemas.
VARIABLE 5: «DIVERSIDAD DE
EXPERIENCIAS»
La familia ha realizado viajes,
actividades culturales diversas. Practican deporte de forma regular. Presencia
en el hogar de televisión, libros, revistas, equipo informático, material
multimedia y acceso a Internet. Los niños pequeños son estimulados con objetos
y experiencias nuevas: estimulación visual, auditiva, olfativa, táctil y de
movimientos.
Los adolescentes son animados
para participar en actividades extraescolares y para practicar deporte, sobre
todo de equipo.
El contacto con la tecnología
multimedia está regulado por los padres o cuidadores.
INTERVENCIÓN: Información a los
padres o a los cuidadores de la importancia de proveer diferentes ambientes y
experiencias y de la importancia de la regulación por parte de los padres del
acceso a la diversidad de estímulos.
VARIABLE 6: «MODELADO DE LA
MADURACIÓN SOCIAL»
Organización de la vida cotidiana
según un horario regular y predecible donde existen reglas fácilmente
identificables. Se practican las estrategias mínimas de interacción social: los
padres o cuidadores presentan al niño otras personas. Le permiten expresarse
esperando un turno, etc. Durante la adolescencia es importante que se susciten
en el hogar debates sobre temas de interés para el joven, por ejemplo,
aprovechando noticias de actualidad o películas.
INTERVENCIÓN: Información a los
padres sobre los criterios para organizar la vida cotidiana de tal manera que
provean al niño de una percepción de seguridad. Facilitarles estrategias para
que el hogar sea un contexto en el que se estimule el desarrollo social.
VARIABLE 14: «APLICACIÓN DE LA
REGLA DE CONTINGENCIA»
Los padres o los cuidadores
disminuyen su ayuda en función del aumento de las competencias infantiles en
diversas tareas: espaciales, matemáticas, lingüísticas, de ciencias sociales,
etc.
VARIABLE 17: «ANDAMIAJE
COGNITIVO»
Los padres o los cuidadores
realizan diversas tareas con los niños o adolescentes en las que presentan
modelos cercanos de imitación, efectúan correcciones contingentes, hacen
exigencias asequibles y simplificaciones.
Utilizan estrategias para
mantener el interés en la tarea.
Sincronizan sus respuestas a las
demandas infantiles.
Son receptivos a las propuestas
infantiles (del niño y del adolescente) para la resolución de los problemas.
VARIABLE 25: «IMPACTO DEL NIÑO EN
LA FAMILIA. BONDAD DE AJUSTE»
Nivel del ajuste del niño al
sistema familiar y a la vida cotidiana de la familia (nivel de ajuste mutuo
entre el hijo y la familia) desde su nacimiento hasta la fecha de la
evaluación.
Ajuste entre el temperamento
infantil o adolescente y el comportamiento, personalidad y aptitudes de sus
padres.
VARIABLE 35: «ESTILO EDUCATIVO
DEMOCRÁTICO/AUTORIZADO»
Utilización de la inducción,
explicación y razonamiento sobre el sentido de las normas en un marco de
calidez afectiva y de aceptación.
VARIABLE 36: «COHERENCIA
EDUCATIVA»
Práctica, por parte de los
padres, de criterios y normas educativas similares.
VARIABLE 37: «VALORACIÓN
INTRÍNSECA»
Valoración positiva e incondicional
por parte de los padres de la personalidad de sus hijos.
Valoración independiente de los
logros obtenidos de tipo académico o social
VARIABLE 41: «PATRONES ADECUADOS
DE COMUNICACIÓN»
Los padres fomentan los
intercambios comunicativos con sus hijos. Todos los temas se tratan con
normalidad, sin que existan temas tabú. La familia es un contexto de
aprendizaje de habilidades de comunicación. Se evitan los obstáculos que
dificultan una buena comunicación—críticas, sarcasmos, ridiculizaciones, insultos,
sermones, órdenes continuas— especialmente durante la adolescencia.
VARIABLE 42: «FOMENTO DEL
PENSAMIENTO CRÍTICO»
Los padres intentan que sus
hijos, en función de su edad, tengan una actitud crítica e independiente.
Entrenan habilidades como el «decir
no», especialmente importante durante la adolescencia.
No son reacios a las posibles
críticas u objeciones que los hijos puedan realizar respecto a ellos o a la
forma de manejar la vida en el hogar.
Admiten que hijos e hijas puedan
tener ideas diferentes a las suyas.
VARIABLE 44: «FLEXIBILIDAD Y
ADAPTABILIDAD»
Los padres van cambiando a lo
largo de la infancia y adolescencia su estilo disciplinario y comunicativo para
adaptarse a las necesidades de su hijo en cada etapa evolutiva,
siendo al mismo tiempo capaces de
adaptarse a las circunstancias transitorias especiales que puedan ocurrir
—enfermedad, momentos de mayor estrés
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