El maestro ignorante- Jacques Ranciere


El autor plantea el método de la igualdad en contraposición al método pedagógico. Mientras el primero se sustenta en el principio emancipatorio, el segundo en el principio del atontamiento. Asimismo, considera su aporte, principalmente como un método de la voluntad: se puede aprender solo y sin maestro explicador cuando se quiere, o por la tensión del propio deseo o por la dificultad de la situación. En contraste, la pedagogía divide la inteligencia en dos: una inferior y otra superior. La primera corresponde al maestro, quien transmite sus conocimientos adaptándolos a las capacidades intelectuales del alumno, mediante la explicación, y cultivando solo la facultad de la memoria, a pesar de que nosotros ejercemos la inteligencia, el gusto y la imaginación.

Por otro lado, para emancipar a un ignorante, es necesario y suficiente con estar uno mismo emancipado, es decir, con ser consciente del verdadero poder del espíritu humano. Esto significa reconocer que todo hombre pueda concebir su dignidad de hombre, tomar conciencia de su capacidad intelectual y decidir su uso. En consecuencia, quien emancipa no ha de preocuparse de lo que el emancipado debe aprender. Aprenderá lo que quiera, quizá nada. Sabrá que puede aprender porque la misma inteligencia actúa en todas las producciones del arte humano, que un hombre siempre puede comprender la palabra de otro hombre.

De igual modo, se puede enseñar lo que se ignora y que un padre de familia, pobre e ignorante, puede, si está emancipado, realizar la educación de sus hijos, sin la ayuda de ningún maestro explicador. Solo se requiere aplicar la enseñanza universal, es decir, aprender alguna cosa y relacionar con ella todo el resto. También, el maestro no tiene derecho a estar por todas partes, solamente en la puerta. El alumno debe verlo todo por sí mismo, comparar sin cesar y responder siempre a la triple pregunta: ¿Qué ves? ¿Qué piensas? ¿Qué haces? Y así hasta el infinito.

En concreto, es la toma de conciencia de esta igualdad de naturaleza la que se llama emancipación y la que abre la posibilidad a todo tipo de aventuras intelectuales. Es darse cuenta de que todas las ciencias dependen de principios simples y están al alcance de todos los espíritus que quieran apoderarse de ellos, siempre que sigan el buen método. Por lo tanto, la enseñanza universal es, en primer lugar, la verificación universal de todos los que decidieron pensarse como hombres semejantes a cualquier otro.

De hecho, Ranciere considera que “el hombre es una voluntad servida por una inteligencia”. Es decir, la voluntad es potencia de actuar según el propio movimiento, antes de ser instancia de elección, y la inteligencia es atención y búsqueda antes de ser una combinación de ideas. Por lo cual, el ser racional es ante todo un ser que conoce su potencia, que no se engaña sobre ella. Decir «no puedo» significa «no quiero; ¿por qué tendría que hacer ese esfuerzo?». Lo que también quiere decir: sin duda que podría, pues soy inteligente. La frase socrática “conócete a ti mismo” quiere decir ahora: vuelve a ti, a aquello que en ti no puede engañarte. Tu impotencia sólo es pereza para avanzar. Tu humildad tan solo es temor orgulloso a tropezar bajo la mirada de los otros. Tropezar no es nada; el mal está en divagar, en salir del propio rumbo, en no prestar ya atención a lo que se dice, en olvidar lo que se es. “Ve entonces por tu camino”.

En resumen, la igualdad no se da ni se reivindica, se practica, se verifica. Los seres que se pretenden desgraciados por la naturaleza solo quieren pretextos para dispensarse de tal estudio que les desagrada, de tal ejercicio que no es de su gusto. Solo un emancipado puede oír sin turbación que el orden social es pura convención y de la insensatez de obedecer escrupulosamente a superiores de los que sabe que son iguales que él.  De manera que, cada uno de nosotros debemos concebirnos como artista en la medida en que efectuamos un doble planteamiento: no nos debemos limitar a experimentar sino buscar compartir, saber que la perfección en determinada tarea es la aplicación particular del poder común de todo ser razonable, el que cada uno experimenta cuando se retira al interior de la conciencia donde la mentira no tiene ningún sentido. No se trata de crear sabios. Se trata de levantar el ánimo de aquellos que se creen inferiores en inteligencia, de sacarlos del pantano donde se estancan: no el de la ignorancia, sino el del menosprecio de sí mismos, del menosprecio en sí de la criatura razonable.

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