El poder del ahora- Eckhart Tolle
Muchas personas buscan afuera mendrugos de placer o de realización para lograr la aceptación, la seguridad o el amor, mientras llevan dentro un tesoro que no sólo incluye todas esas cosas, sino que es infinitamente mayor que todo lo que el mundo pueda ofrecer. Este es nuestra verdadera naturaleza, que está habitualmente oscurecida por la mente.
La mente en sí no es disfuncional. Es una herramienta
maravillosa. La disfunción se establece cuando uno busca su identidad en ella y
la confunde con lo que uno es. Entonces se convierte en la mente egotista y
domina la totalidad de su vida. Niega el ahora y escapa de él.
En tal sentido, usemos nuestra mente pensante cuando sea necesario,
pero en una forma mucho más enfocada y efectiva. Sobre todo, con fines
prácticos y sin el diálogo interno involuntario, buscando la quietud interior. Podemos
alcanzar una verdadera alegría, verdadero amor o una profunda paz interior.
Estos son aspectos de nuestra verdadera naturaleza, que está habitualmente
oscurecida por la mente.
Asimismo, podemos aprender a usar el tiempo en los aspectos
prácticos de la vida, para volver, inmediatamente después, a la conciencia del
momento presente cuando esos asuntos prácticos se hayan resuelto. De esa forma
no habrá acumulación de "tiempo psicológico", que es identificación
con el pasado y proyección compulsiva y continua hacia el futuro. Esto implica aprender
del pasado de forma que no repitamos los mismos errores una y otra vez;
establecer metas y trabajar para lograrlas; predecir el futuro por medio de
patrones y de leyes, físicas, matemáticas, etcétera, aprendidas del pasado. Lo
que es esencial es nuestra presencia consciente. Esto disuelve el pasado y es
un agente transformador.
También hay que procurar oír el silencio, dondequiera que
esté, es una forma fácil y directa de hacerse presente. Incluso si hay ruido,
hay siempre silencio bajo y entre los sonidos. Oír el silencio crea
inmediatamente quietud dentro de nosotros. Sólo la quietud que hay dentro de nosotros
puede percibir el silencio exterior. Cuando nos concentramos en nuestro interior,
inmediatamente nos volvemos tranquilos y presentes, pues estamos retirando la
conciencia de la mente.
Atención no significa que empiece a pensar en ella. Significa
solamente observar la emoción, sentirla plenamente y así reconocerla y aceptarla
como es. Inundemos nuestro cuerpo con conciencia: Cierre los ojos. Acuéstese
sobre la espalda. Escoja diferentes partes del cuerpo para enfocar su atención,
brevemente al comienzo: las manos, los pies, los brazos, las piernas, el
abdomen, el pecho, etcétera. Sienta la energía vital en esas partes tan
intensamente como pueda. En cualquier actividad del pensamiento, vuelva una
costumbre ir y volver cada tanto entre el pensamiento y la quietud interior.
Podríamos decir: no piense sólo con su cabeza, piense con todo su cuerpo.
De otra parte, el equivalente interior de los objetos en el
espacio, tales como los muebles y las paredes, son los objetos de la mente: los
pensamientos, las emociones y los objetos de los sentidos. Asimismo, el
equivalente interior del espacio es la conciencia que permite a los objetos de
su mente ser, lo mismo que el espacio permite ser a todas las cosas.
¿Hay diferencia entre la felicidad y la paz interior? Sí. La
felicidad depende de las condiciones que se perciben como positivas. La paz
interior, no. Puede haber tristeza y lágrimas, pero en caso de que haya
abandonado la resistencia, bajo la tristeza usted sentirá una profunda
serenidad, una quietud, una presencia sagrada.
Las cosas y las condiciones externas pueden darnos placer,
pero no pueden darnos alegría. La alegría no tiene causa y surge de adentro
como alegría de Ser. Es parte esencial del estado interior de paz, el estado
que ha sido llamado la paz de Dios. Es su estado natural, no algo para lo que uno
tiene que trabajar duro o que tiene que esforzarse por alcanzar.
Finalmente, si uno no puede aceptar lo que hay afuera, puede
aceptar lo que hay adentro. Si no puede aceptar la condición externa, puede la
condición interna. Esto significa: no resistirse al dolor. Permítalo estar ahí.
Entréguese a la pena, la desesperación o el miedo, la soledad o cualquier forma
que el sufrimiento tome. Sea testigo sin etiquetarlo mentalmente.
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