La cocina de la escritura- Daniel Cassany
Escribir
significa ser capaz de expresar información de forma coherente y correcta para
que la entiendan otras personas. Consiste en aclarar y ordenar información,
hacer más comprensibles las ideas planteadas, tanto para la lectura de la
audiencia como para nosotros mismos. Para ello se requiere de la legibilidad
lingüística que trata de dos aspectos verbales: la selección léxica y la
longitud de la frase, es decir, lenguaje concreto y palabras cortas o básicas.
Por
otro lado, cada escritor tiene su estilo personal de composición, pues elabora
ideas propias durante el proceso lingüístico de la redacción. Además, para
empezar a escribir, cada persona explora las circunstancias que le motivan. Uno
se hace preguntas como: ¿Qué quiero conseguir con este texto?, ¿Cómo puedo
formular en pocas palabras mi propósito?, ¿Qué información tengo que
explicarles?, ¿Qué tono quiero adoptar?, ¿Cómo imagino mi escrito una vez
culminado?
Cuanto
más concretas sean las respuestas a las preguntas anteriores y nos enfoquemos
en el propósito del texto, más fácil será ponerse a escribir y conseguir un producto
eficaz y adecuado a la situación. Otra guía para explorar ideas que impulsen la
redacción es la técnica del cubo. Consiste en estudiar diversos aspectos de un
tema a partir de los seis puntos de vista siguientes: describir, comparar,
relacionar, analizar, aplicar y argumentar.
El
objetivo es redactar párrafos que traten de un aspecto independiente del tema y
que conformen un significado global único. Además, las frases deben ordenarse
de lo general a lo particular, incorporando marcadores textuales en la posición
inicial que permitan distinguirlas con facilidad.
A
modo de graficar lo señalado, tenemos la siguiente cita:
“El
párrafo es como una mano que coge objetos variados: un puñado de arena, un
chorro de agua, un mango, un montón de hojas o tres pelotas de tenis. Adopta formas
distintas según los casos, pero siempre tiene un pulgar grande y energético que
aprieta el objeto contra los otros dedos. De la misma manera, el párrafo
necesita un dedo, una idea clave que dirija el resto de las frases y les dé
unidad y sentido”.
Por
otra parte, en general, la recomendación es que cada página tenga entre tres y ocho
párrafos, y que cada uno contenga entre tres y cuatro frases u oraciones breves,
ordenadas y directas, aceptando siempre las excepciones que hagan falta. Un truco,
para diferenciar los párrafos y verificar que son adecuados, es ponerles títulos,
resumir el tema que tratan o la información que contienen en dos o tres palabras.
A continuación, se resumen ocho consejos para escribir frases eficientes:
- Escribir frases cortas, de preferencia con menos de 30 palabras. Comprobar que se lean fácilmente. A modo de cita: “Sé preciso, no digas fruto. Especifica de qué fruto trata. Dé a las cosas la dignidad de su propio nombre”.
. Escribir lo esencial. Omitir las palabras y los incisos irrelevantes.
- Colocar los incisos en la posición más oportuna, a fin de no separar las palabras relacionadas.
- Ordenar de forma sencilla las oraciones: sujeto, verbo y complementos.
- Colocar la información importante al inicio de la frase.
- Evitar las construcciones pasivas, las negaciones y de recursos que oscurezcan la prosa.
- Dar protagonismo al sujeto y objeto gramaticales.
- Revisar las frases para asegurar una
prosa enérgica y que se entienda.
En
cuanto a la organización textual de la prosa, el autor debe estimular los focos
perceptivos del lector y conectar con su experiencia personal, de modo que
pueda proyectar en el texto su concepción del mundo y pueda, así, representarse
mentalmente y de manera única y activa, el universo semántico del escrito. Se trata
de tener siempre presente al lector y animarlo con una prosa variada, viva e
imaginativa; por lo que se recomienda matizar el estilo personal con el impersonal.
Asimismo,
la revisión es esencial durante todo el proceso de escritura y sirve para
mejorar globalmente el texto. Las siguientes preguntas ayudan como pautas para
revisar los escritos: ¿Consigue el texto mi propósito?, ¿Queda claro lo que
pretendo?, ¿Hay la información suficiente?, ¿La información relevante ocupa las
posiciones importantes?, ¿Cada párrafo tiene una frase temática o tesis que
anuncie el tema?, ¿Hay abusos de incisos o subordinadas muy largas?, ¿He
encontrado algún comodín, cliché, muletilla o repetición frecuente?, ¿Esta es la
mejor versión que soy capaz de escribir? También se pueden aplicar algunos
trucos durante la revisión: leer como un escritor, imaginar un diálogo con el
lector, oralizar el escrito y hacer resúmenes, en frases cortas, de las ideas más
importantes.
Finalmente, hay que tener en cuenta el decálogo de la redacción:
- No tengas prisa, date tiempo para reflexionar sobre el propósito, el texto, el lector, etc.
- Recuerda: escribir es reescribir, has las correcciones que hagan falta.
- Escribir es hablar por escrito. Escribe para la audiencia y facilítale la tarea de comprenderte.
- Dedica los primeros esfuerzos a lo más
importante: al significado global del texto. Deja la gramática al final.
- Planifica la tarea de escribir: buscar
información, planificar, redactar, revisar, etc.
- Comprueba que cada párrafo tenga unidad,
que ocupe el lugar que le corresponda y que arranque con la idea principal.
- Dedica las últimas revisiones a pulir la
prosa. Procura un estilo claro y llano.
- Deja reposar tu escrito.
- Aunque no lo parezca, escribir es un
arte; ser escritor es ser un artista, como el artista del trapecio o el luchador
por antonomasia, que es el que lucha con el lenguaje; para esta lucha ejercítate
de día y noche.
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