Psiquiatría- I.F. Sluchenski

 

Las alteraciones de la actividad psíquica son reconocidas por el materialismo dialéctico como expresión de las diferentes formas mediante las cuales el mundo real se refleja en el cerebro. Por esto, en cada enfermedad psíquica es necesario descubrir cuál de estas formas de reflejo está alterada.

Asimismo, las enfermedades psíquicas son originadas por las mismas causas que las demás enfermedades del hombre. Toda enfermedad es resultado de alteraciones en la interacción normal del organismo y el medio ambiente, la cual se efectúa a través del sistema nervioso por los mecanismos de los reflejos no condicionados y condicionados.

Por otro lado, la medicina soviética destaca siempre una causa determinada de la enfermedad, pero, al mismo tiempo, estima que esta causa puede conducir a la aparición de la enfermedad únicamente cuando existen condiciones determinadas. En tal sentido, la enfermedad psíquica puede aparecer únicamente como resultado de la interacción desfavorable del organismo y el medio; se deben tener en cuenta tanto el estado del sistema nervioso del enfermo como la fuerza del agente externo que precede inmediatamente a la enfermedad.

Teniendo en cuenta todo esto, hay que considerar que la aparición de cualquier enfermedad psíquica viene determinada por factores del medio. Estos factores son las infecciones, las intoxicaciones, los traumatismos físicos y psíquicos y las enfermedades somáticas. Ellos determinan la aparición de las enfermedades psíquicas, que actúan tanto sobre las generaciones anteriores como sobre el propio enfermo.

En cuanto a las modificaciones anatomopatológicas, estas no se registran en todas las enfermedades psíquicas. En un primer grupo son propias las alteraciones anatomopatológicas específicas, que permiten el diagnóstico post mortem incluso sin conocer la historia clínica. Entre ellos están la parálisis general progresiva y otras psicosis sifilíticas, las psicosis aterosclerósicas, la demencia senil, las encefalitis y algunas formas de oligofrenia. Un segundo grupo presenta solamente manifestaciones más o menos típicas que no aparecen al comienzo de la enfermedad, sino después de un período, a veces muy largo. Figuran entre ellas la esquizofrenia, la epilepsia y algunas psicosis infecciones y tóxicas de curso crónico. Finalmente, un tercer grupo de psicosis no presenta modificaciones anatomopatológicas que puedan ser comprobadas con los métodos actuales de investigación. En este grupo se incluyen las psicosis maníaco depresivas, las neurosis y las psicosis reactivas.

Por otro lado, no debemos olvidar que la conciencia es un proceso único en el que todas las formas de la actividad refleja se manifiestan como un todo. Dentro de ella, la percepción es la forma de conciencia con ayuda de la cual el individuo refleja de una manera muy directa los objetos y fenómenos de la realidad objetiva que actúan sobre los órganos de sus sentidos. Asimismo, debemos distinguir dos tipos de memoria: el mecánico y el lógico racional. Estos dos tipos son propios de los individuos sanos. La diferencia estriba en que con la memoria lógico-racional recordamos no solamente en virtud de las leyes de asociación por semejanza y contigüidad, sino que las conexiones internas que se han establecido (asociaciones lógicas) nos permiten recordar lo más esencial, lo principal e importante.

Respecto a la formación de conceptos, estos guardan una relación estrecha con el lenguaje. Cada palabra que el hombre pronuncia es inseparable del concepto que ella expresa. El hombre utiliza con frecuencia los llamados conceptos abstractos, en los que las imágenes sensoriales que dieron origen a tales conceptos han pasado a un segundo plano. Unos conceptos son más abstractos que otros, y por eso hablamos en un caso de pensamiento preferentemente sensorial-imaginativo y en otro principalmente abstracto. También, denominamos inteligencia al nivel de capacidad, propio de cada individuo, para utilizar sus operaciones racionales. Este nivel no es algo constante. Se modifica bajo la influencia de la educación, del aprendizaje y de otros agentes del medio exterior.

Entre las alteraciones del pensamiento tienen una importancia especial las ideas patológicas, en las que los juicios y deducciones del enfermo contienen afirmaciones que cualitativa y cuantitativamente contradicen la realidad. Estas se dividen en: dominantes, cuando un pensamiento ocupa un lugar mayor del que merece, obsesivas, las cuales suelen ser absurdas e ir unidas a acciones obsesivas determinadas, y las delirantes o juicios erróneos que no es posible corregir. Estas ideas siempre presentan un colorido afectivo muy marcado, por lo que no se puede convencer a un enfermo de que sus juicios son equivocados, determinando un sistema delirante que domina por entero la actividad de la persona. Un aspecto curioso, es que el contenido de la idea delirante depende de la época histórica en que vive el enfermo.

En relación a los sentimientos, estos son la forma de la conciencia en que el hombre manifiesta la actitud subjetiva hacia la satisfacción o insatisfacción de sus necesidades inferiores y superiores. Cada estímulo del mundo exterior motiva siempre hacia una actitud subjetiva relacionada con toda la experiencia vital del individuo. Por ello, la intensidad de un sentimiento no depende de la intensidad del estímulo en general, sino del valor que para cada individuo tiene. Ahora, en el hombre, los sentimientos superiores ocupan una situación predominante con respecto a los inferiores, a los que controlan y reprimen. El desarrollo de los sentimientos superiores de cada individuo depende de la conciencia social de la época, del sistema social y del nivel de necesidades de la sociedad. El sentimiento intenso de corta duración que aparece de súbito y acompañado de una violenta reacción motora se denomina afecto fisiológico. El sentimiento intenso y prolongado se llama pasión. El estado de ánimo es la tendencia general de equilibrio en que se mantienen los sentimientos de un individuo.

Sobre la actividad del individuo, hay que considerarla como manifestación de tres formas de acciones: voluntarias, automáticas e instintivas. Respecto a las primeras, La conciencia humana refleja la realidad objetiva, yendo de la contemplación activa al pensamiento abstracto, y de él a la práctica, la cual se traduce en actos voluntarios. En cuanto a la acción automatizada, se diferencia de la voluntaria en que no existe una fijación activa de la atención. El hombre, en su actividad diaria, reacciona a los estímulos exteriores, al principio, con actos voluntarios; pero a medida que estos actos con un fin determinado se repiten, se convierten en habituales y exigen menos conciencia de la acción. La tercera forma de actividad, la instintiva, se basa en los reflejos no condicionados. El hombre tiene acciones instintivas, pero ellas se encuentran supeditadas a las formas superiores de actividad.

Se denomina atención a la orientación y fijación de la conciencia del hombre sobre determinados objetos y fenómenos del medio exterior o interior.

Por otra parte, teniendo en cuenta que los factores económicos y sociales desfavorables son la causa principal de la mayoría de enfermedades, la profilaxis de las enfermedades psíquicas va estrechamente ligada a la higiene mental, o sea a las medidas que garantizan las mejores condiciones para la actividad psíquica del hombre y el desarrollo de esta. Por ejemplo, los ejercicios físicos influyen beneficiosamente sobre la actividad nerviosa superior, estimula el fortalecimiento del temperamento y el carácter, lo cual puede prevenir el posible desarrollo de enfermedades neuropsíquicas de diferente etiología.

Respecto al tratamiento de las enfermedades psíquicas, la psicoterapia ocupa un lugar primordial entre los métodos utilizados. Esta medida de acción tiene por objeto influir, por medio de la palabra, sobre la actividad de la corteza cerebral. Su importancia radica en que, en toda enfermedad, psíquica o somática, siempre cumple un gran papel los componentes psicógenos; en unos casos son los principales, en otros son complementarios. La psicoterapia se realiza por vías de sugestión, de explicación y de convencimiento. Un ejemplo es la llamada psicoterapia racional, que consiste en las explicaciones y aclaraciones que el médico proporciona al enfermo sobre el origen de los síntomas patológicos que este presenta. Por eso, si bien algunos métodos psicoterapeúticos no pueden aplicarse a muchas enfermedades mentales, la psicoterapia, el amplio sentido de la palabra, debe hallar empleo en todos los trastornos neuropsíquicos.

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