Storytelling. La escritura mágica- Carlos Salas
Ideas importantes:
- La metacognición es pensar en cómo pensamos. En el caso de la escritura, la metacognición es el momento en el cual nos damos cuenta de cómo nuestro cerebro nos hace escribir de una manera: ahí percibimos nuestro patrón de escritura.
- La mejor forma de captar la atención de un lector consiste en contar una historia humana. Las historias nos atrapan porque a los seres humanos nos interesan las vidas de otros seres humanos. “Podemos situarnos en el lugar de otros, ver de otra manera, y aumentar nuestra empatía por los demás”. Dentro de ellas, la más eficaz es la historia de una persona contada por sí misma. Basta iniciar con las palabras “voy a contar una historia”. Estas anuncian que allí va a pasar algo interesante. Nos hacen adictos a la dopamina.
- También es posible atrapar la atención desde el principio en la redacción de un documento, un correo electrónico, un discurso, un artículo o ensayo.
- La pirámide de McKinsey consiste en relatar: A) cuál es la situación actual, B) cuál es el problema, C) cuál es la pregunta, ¿Por qué? y D) cómo solucionarlo. Esta técnica permite armar una buena explicación situando el problema al principio. Es el problema lo que desata las preguntas. El interés. La curiosidad. La dopamina.
- El método de ‘The Economist’ consiste en las siguientes partes:
- El gancho: una descripción visual donde hay un
protagonista, o una situación que resume todo en un texto con descripciones
visuales (Imagine usted que...)
- Definición del problema. En pocas frases, se
resume cuál es el problema del que se trata. El problema suele estar precedido
de la locución “pero” o “sin embargo”. Suele ser el ‘punto de giro’.
- Datos que sostienen el problema. Se aportan
datos de fuentes fiables para demostrar que es un problema verdadero y serio.
Suele haber una cronología. Pueden ser cifras o una descripción científica del
asunto. Aquí el problema se transforma en drama o desafío con datos.
- Desarrollo. Tesis a favor para resolver el
problema. Y tesis en contra que detalla qué va a pasar si la situación no se
afronta.
- Propuesta. ¿Qué se está haciendo para
solucionarlo.
- Riesgos. ¿Se están consiguiendo resultados?
- Análisis. Si no se está consiguiendo resultados,
¿a qué se debe?
- Comparaciones. ¿Qué se está haciendo en otros
sitios? ¿Funciona?
- Conclusión. ¿Cómo aplicar esas soluciones en
nuestro caso y cuáles son los riesgos si no se aplican? Esta última parte,
suele incluir una oración en condicional como una advertencia final. “Si no se aplican estas medidas, pasará esto y esto”.
O bien termina con un ‘pero’. “Estamos en esta situación, pero existe este
riesgo”.
- El cerebro es un animal dentro de otro animal. Si no le damos instrucciones concretas, se pone a divagar. De hecho, el 90% del tiempo, el cerebro está divagando. Le encanta divagar. Es un vago. Pero cuando se le da una instrucción clara y se le impone un límite de tiempo, genera adrenalina y va directo al grano. Así mismo, puede procesar con más facilidad aquellas cosas que se presentan en trozos. Por esa razón, todos memorizamos nuestros teléfonos cortándolos y cantándolos.
- Imponerse escribir un asunto en forma de lista, obliga a ser más concreto. Si además, se emplean conjunciones, conectores y una pregunta, el texto cobra una vida más natural.
- Cinco errores de los textos profesionales: 1) el escritor lanza sustantivos, verbos y adjetivos en parejas, 2) se usan oraciones muy largas, sin punto y seguido, 3) se repite la misma idea al principio y al final, 4) no hay un solo ser humano en el texto (deshumanización), y 5) exceso de abstracciones, sin ejemplos ni comparaciones.
- Nuestra mente procesa mejor las palabras que puedan ser transformadas en imágenes. No abusar de los ideogramas. Presentar pictogramas. El cerebro tampoco admite las contradicciones espacio-temporales, no puede procesarlas.
- Los conectores son esas pequeñas locuciones que empleamos para conectar una oración con otra, o un párrafo con el siguiente. Pero su abuso puede llegar a dar una impresión agotadora. Los conectores sirven para enlazar oraciones y párrafos, pero hay que intentar suprimirlos para comprobar si la frase ha perdido su sentido.
- La lectura es un proceso muy complejo. En realidad, es un engaño de la mente. Cuantas más letras tiene una palabra, es más difícil de entender. Por lo tanto, cuantas más palabras largas tenga un texto, tanto más costará entenderlo. Uno de los errores más comunes que cometemos consiste en meter dos o más sujetos en una oración, lo cual, si no se sabe manejar la sintaxis, produce mucha confusión. Eso sucede cuando se insertan subordinadas.
- Cuando se manejan magnitudes, no hay que obligar al lector a realizar cálculos mentales. Es un desgaste cognitivo. Una pequeña precisión aumenta la comprensión del dato (comparaciones, símiles y ejemplos). Usar paréntesis para precisar la información numérica. En la presentación de cifras, siempre hay errores de redundancia como escribir “se recibieron un total de 275 propuestas”, cuando lo lógico es decir “se recibieron 275 propuestas” (se entiende que la cifra es ‘total’).
- Maneras de hacer transiciones: 1) con pregunta-respuesta, es decir, terminar un párrafo con una pregunta, y comenzar el siguiente con la respuesta, 2) con palabras clave en la última frase y repetirla en la primera frase del otro párrafo, 3) con ideas-efecto, es decir, que la idea general de la última línea coincida con la idea principal de la primera línea del otro párrafo y 4) con conectores
- A la mente humana le divierte llenar los vacíos y resolver enigmas. A veces, al conectar dos puntos, nos inventamos historias que no son ciertas, pero para nuestra mente son plausibles por dos razones: porque lo contrario, el no tener sentido, nos produce horror; o porque se ajusta a nuestras expectativas. De esa conexión falsa de puntos nacen los rumores, las mentiras, y las noticias falsas (la posverdad). Por eso, es mejor escribir de forma que el lector sienta que está deduciendo las cosas. Una técnica consiste en la elipsis, que es suprimir una información, de modo que el lector rellene el hueco con su imaginación
- Un patrón de escritura que guía a los filósofos más leídos, es el siguiente: Lenguaje visual y uso de palabras concretas, ejemplos y analogías, preguntas, oraciones breves, relatos de actualidad, reseñas históricas, comparaciones.
- Otras técnicas más: sustituir las conjunciones por puntos, no repetir ideas, convertir en verbos aquellos sustantivos que representan una acción, suprimir adverbios terminados en ‘mente’, suprimir locuciones que no aportan gran cosa: “con efectos dinamizadores sobre la actividad, el crecimiento y desarrollo económico…”, sustituir locuciones conceptuales por coloquiales: “horizonte plurianual” por “durante varios años”, pasar de lo abstracto a lo concreto cuando se usa adverbios (“un mejor” por “mejorar”), evitar verbos funcionariales y poner verbos con más fuerza descriptiva (“Hacen su ingreso” por “irrumpen”), aportar datos o fuente, mejorar la tensión de una oración introduciendo ‘pero’ donde hay una ‘y’, usar ‘por eso’ en lugar de ‘pero’ cuando hay incongruencias, y usar contracciones ( “tiene la capacidad de” por “puede”, “con el objetivo de” por “para”).
- Un texto con un buen cierre aumenta de calidad, sobre todo si esas líneas finales repiten la idea central (frase célebre, idea concentrada, condicional, frase de personaje entrevistado).
- Escribir con una combinación de frases cortas, medianas y largas. Crear un sonido que agrade el oído del lector. No escribir solo palabras. Escribir música.
- Los verbos tienen más fuerza en pasado perfecto o imperfecto que en compuesto. En vez de escribir “ha vendido”, mejor “vendió”, porque es más contundente.
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