Discurso de la servidumbre voluntaria- Étienne de La Boétie

 Ideas importantes:

  • Entre las causas de la servidumbre voluntaria, La Boétie apunta a la costumbre y a la educación; nos educan como siervos y la costumbre de serlo nos hace seguir siéndolo.
  •  Los animales, esa obra de Dios, si los hombres no se hicieran los sordos, les gritarían viva la libertad. Algunos de estos animales mueren tan pronto son apresados, al igual que el pez pierde la vida en cuanto es sacado del agua y los hay que se dejan morir en cuanto sienten la oscuridad de su cautiverio y se niegan a sobrevivir a la pérdida de su libertad natural.
  • Aquel a quien ha sido el pueblo el que ha elevado al poder, debería ser, en mi opinión, más soportable y creo que lo sería, a no ser porque desde que se ve por encima de todos, orgulloso de aquello que llaman grandeza, toma la decisión de no abandonarlo. Y, por lo común, estos piensan en transmitir a sus hijos el poder que el pueblo les ha proporcionado y, desde el momento en que toman esta decisión, es sorprendente observar cómo superan en vicios y crueldades a los demás tiranos.
  • Nadie se lamenta de no tener lo que jamás tuvo, y el pesar no viene jamás sino después del placer y consiste siempre en el conocimiento del mal y el recuerdo de la alegría pasada. La naturaleza del hombre es ser libre y querer serlo; pero también su naturaleza es tal que se pliega naturalmente a lo que la educación le dicta.
  • Son estos los que, al tener la mente despejada y el espíritu clarividente, no se contentan, como el populacho, con ver lo que tienen a la vista, sino que miran en todas direcciones y rememoran también las cosas pasadas para juzgar las del porvenir y ponderar las presentes. Son los que, al tener de por sí la cabeza bien puesta, se han tomado la molestia de pulirla por el estudio y el saber. Estos, aun cuando la libertad se hubiese perdido por completo, la imaginarían, la sentirían en su espíritu, e incluso la saborearían y seguirían repudiando la servidumbre por mucho que se la adornase.
  • El populacho siempre ha actuado así: se entrega con pasión a los placeres de que no puede disfrutar sin poner en juego su dignidad, y es insensible al dolor que no puede soportar sin envilecerse.
  • Ved a sus arqueros, sus guardias y sus alabarderos; no es que no padezcan ellos mismos de la opresión del tirano, pero abandonados de Dios y de los hombres están satisfechos de soportar el mal, no para devolvérselo a quien se lo causa, sino a aquellos que lo soportan como ellos y que no pueden revolverse. Sin embargo, viendo a esa gente que adula al tirano para sacar provecho de su tiranía y de la servidumbre del pueblo, me quedo asombrado de su maldad y en ocasiones siento piedad por su estupidez. Pues, a decir verdad, ¿qué otra cosa es acercarse al tirano, sino alejarse de su libertad y, por así decir, abrazar la servidumbre?
  • Perdiendo la libertad, el hombre pierde su humanidad. Ser humano es ser libre, el hombre es un ser-para-la-libertad. ¡Qué desventura, en efecto, la que pudo llevar al hombre a renunciar a su ser y a hacerle desear la perpetuación de esta renuncia!

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