El Islam como anarquismo místico- Abdennur Prado

Ideas resaltantes:

  • Tanto los comunistas como los anarquistas turcos han evocado al sheij Bedreddin (1359-1420) como su ilustre antecedente, líder de una revuelta protocomunista y antifeudal contra el Sultán otomano el año 1416, basada en la idea coránica de que todo pertenece en exclusiva a Al-lâh, con el lema «comparte todo lo que tienes excepto los labios de tu persona amada». También ibn Jaldún antepuso el ideal ético de la ayuda mutua y la cooperación entre los miembros de una comunidad a la obediencia al Estado, forma de gobierno que (según él) corresponde al estadio de la animalidad humana.
  • El problema es que el Estado y el Capital y sus múltiples tentáculos interfieren y destruyen las relaciones que los miembros de una sociedad normalmente establecerían entre ellos.
  • Hablamos del mundo de la representación, que hace de las identidades pura fantasmagoría —no individuos que se comunican, que se aman y se odian, y se pertenecen los unos a los otros—. Hablamos del consumo, de la publicidad, de la cultura de masas, de la banca, del fútbol, de la bolsa, de las corporaciones financieras, de las marcas, de las compañías de seguros. Hablamos del Sistema, de ese entramado jurídico-político-económico calificado por Foucault como «la red de secuestro dentro de la cual está encerrada nuestra existencia»
  • En el contexto del monoteísmo del mercado, la desaparición del Estado sería una panacea para las grandes multinacionales, que rápidamente se harían dueñas de la situación y eliminarían los servicios sociales y los derechos laborales, poniendo al ser humano enteramente al servicio del mercado y posibilitando la explotación ilimitada del planeta. Pero también es cierto que las grandes corporaciones financieras que hoy destruyen el planeta han surgido, crecido y actuado desde hace varios siglos bajo el paraguas de los Estados de Occidente, cuyos ejércitos garantizan su libre desarrollo en todo el mundo. Y también es cierto que la guerra sigue siendo la expresión máxima de la unión del Capital y del Estado, de ahí la íntima conexión entre Estado, colonialismo y expansión capitalista, una alianza que marca las relaciones internacionales a principios del siglo XXI. El Estado son tanques, nos decía un profesor de historia. Opresión política, opresión cultural, opresión militar y opresión económica van de la mano.
  • Toda injusticia es el efecto de la corrupción y el abandono de lo natural/inmediato por lo artificial/mediatizado. La ética anarquista es más bien ascética: elogia la simplicidad y la frugalidad, y desprecia el lujo y lo superfluo. El anarquista busca lo auténtico y se aleja de todo aquello que embrutece.
  •  Lo que constituye una aberración es el desarrollo avasallador del autoritarismo de los gobiernos y las instituciones religiosas y financieras, su capacidad de llegar a los últimos rincones y de regular los mínimos aspectos de la vida de las gentes.
  • La experiencia mística se presenta como una experiencia de unión inefable con el Uno, que trasciende las categorías y los marcos conceptuales. No se remite a un saber codificado para su uso. Se trata de un encuentro entre el ser humano y la Unidad, entre la criatura separada y el Todo que la acuna, una fusión indecible, que no puede ser conceptualizada.
  • La mística es secreta porque es indecible: los conceptos creados por el ser humano no son capaces de expresar la experiencia unitiva, pues son una proyección de sus carencias, pertenecen al mundo de la dualidad. Pero el místico experimenta la Unidad de los opuestos, la superación de todo dualismo. Por ello se ve necesitado de expresarse mediante metáforas, oxímoron y metanoia...la música callada, la luz negra, la cuadratura del círculo.
  • El místico revienta el lenguaje, lo hace trizas en busca de una palabra nueva, que logre expresar la experiencia indecible de la fusión con la Realidad. Las categorías creadas por el ser humano desaparecen en el Uno. Trascendencia-inmanencia, cuerpo-espíritu, arriba-abajo, sagrado-profano, Creador-criaturas... Todo eso es charlatanería de teólogos. Es por ello una liberación de toda idolatría, especialmente de la idolatría metafísica consistente en concebir un Dios lejano entronizado en majestad, en los cielos abstractos de la metafísica. Ese Dios infinito, perfecto, bueno, todo amor... no es sino una proyección de las miserias humanas, de las carencias y la mala conciencia de los hombres. El místico se aleja del teólogo y del hombre religioso. La mística choca indefectiblemente con la religión instituida. Antepone la experiencia a la creencia, lo único que le atañe es el saboreo del vino de Al-lâh, el saboreo de la Realidad, de una conexión interior con todo lo creado. La embriaguez mística genera espacios de liberación y abre nuevos territorios que hacen posible expandir dicha experiencia hasta límites insospechados...
  • Los anarquistas pueden reivindicar el ateísmo, incluso el materialismo histórico. Pero no pueden negar que muchos de los valores, ideas e incluso prácticas por ellos propuestas se han dado anteriormente.
  • En el momento presente, a principios del siglo XXI, cuando las grandes corporaciones y los poderes mediáticos poseen un poder y una capacidad de control casi ilimitados, las formas de resistencia no se dan como grandes ideales o proyectos de carácter totalizador, sino como pequeñas resistencias individuales y comunitarias. Cada uno tiene su combate personal, pero debe asegurarse de que dicho combate adquiera dimensión comunitaria: es en el encuentro con el otro que el ser humano se hace humano, capaz de cumplir su cometido en este mundo. con un lenguaje religioso.
  • Los que se consideran a sí mismos puros son los peores, pues pronto exigirán a los demás que sean tan puros como ellos. Pero son incapaces de dar, de amar, de comunicarse con los otros desde su humanidad amenazada.
  • La utopía no es una idea, tiene una función escatológica, actúa en el ser humano como una promesa. Es el motor del todavía-no, el anuncio de un nuevo comienzo implícito en todo presente.
  • Bastaría con preguntarle a los propios condenados: ¿qué prefieres, cien azotes o tres años de prisión? A un hombre al cual meten en la cárcel prácticamente lo condenan de por vida. En la cárcel no recibe cien, sino mil azotes: de otros presos y de sus guardianes. Allí corre la droga, es humillado y estigmatizado.La aplicación de un castigo en el islam tradicional restituye completamente al hombre a su comunidad. Los castigos corporales solo tienen sentido en una sociedad sin cárceles, en la cual todas las bases del islam han sido establecidas: educación y medicina gratuita para todo el mundo, el azaque al alcance de los necesitados, erradicación total de la pobreza, etc. Espero que no se entienda esto como una apología de los castigos corporales. Más bien, se trata de poner en evidencia la hipocresía de un sistema que se lleva las manos a la cabeza cuando oye hablar de latigazos, pero es capaz de encerrar a cientos de miles de personas en cárceles durante años, lugares en las cuales son sometidos a la humillación diaria de sus carceleros, lugares en los cuales se los adoctrina en el crimen y se los estigmatiza de por vida, condenándolos a formar parte de una masa de criminales, necesaria para el buen funcionamiento del capitalismo.
  • Recordemos el análisis de Michel Foucault. El sistema carcelario tiene por objeto la creación de una población estable de reclusos que justifique las grandes dotaciones para cuerpos de seguridad del Estado y el mantenimiento de un aparato judicial que garantice los privilegios de las clases altas.
  • Si hay cárceles y policías, jueces y abogados, no es necesario que haya justicia social para que los ricos puedan vivir tranquilamente en sus mansiones.
  • No sería descabellado definir el islam como un movimiento social y espiritual al mismo tiempo, desde una concepción del ser humano como dotado de una dimensión material y espiritual que deben armonizarse en un modo de vida equilibrado. El islam siempre ha defendido la posibilidad de gozar del bienestar dentro de los límites de la sharia; nunca fue un sistema de vida ascético negador del disfrute de los bienes terrenales.
  • La idea central de la cosmovisión islámica es el tawhid, la unicidad de todo, una visión holística de la creación como un todo integrado. Al-lâh es un principio creador activo en la naturaleza, y no un motor inmóvil y distante.
  •  El anarquista es siempre un mal ciudadano, pero es un buen ser humano.
  • Un buen ciudadano es aquel que acepta (aunque sea críticamente) el orden criminal que nos gobierna.
  • Yihad significa esfuerzo, un combate constante por lo mejor, por lo más noble y más hermoso, contra lo feo y lo malsano, contra lo retorcido y lo opresivo.
  • No hay nada más antiislámico que la indiferencia frente a la injusticia: “Quien sea que vea una injusticia, que la subsane con su mano; de no poder hacerlo, (que la subsane) con su lengua; de no poder hacerlo, (que la subsane) con su corazón —y esto es lo más débil de la entrega”.
  • Todo musulmán es un muyahid, un combatiente. Este combate es doble: interior y exterior, un combate individual por la mejora de nuestros caracteres, y un combate social contra la injusticia. Pero no hace falta ser un gran sabio para darse cuenta de que en realidad estos dos combates son el mismo: es la transformación interior la que nos lleva a luchar contra las injusticias, y la entrega a los demás nos mejora y humaniza.
  • Lo fundamental de la yihad es remover cimientos, derribar ídolos, acabar con la pasividad de la criatura esclava de sus pasiones y de los seres que la oprimen a través de esas pasiones. Liberar al ser humano.
  • Mística y anarquismo convergen en nuestra vivencia del islam. El anarquismo alude a la política liberada de la tiranía del poder, y lo místico alude a la espiritualidad liberada de las ataduras de la religión. El islam es una síntesis de ambos.

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