Dos años de terror- Daniel Espinoza (Hildebrandt en sus Trece N° 570)
Decía Mark Twain -con su refrescante ironía- que, si de pronto nos viéramos del lado de la mayoría, sería reflexionar. En el mundo contemporáneo, esta mayoría parece haber aceptado de buena gana que se nos movilice mediante el terror, exagerando todo peligro y produciendo, de manera periódica, estados mentales que solo pueden calificarse como psicosis colectiva. La forma de violencia preferida por el poder en nuestros tiempos no es más la de los fusiles – al menos no en primera instancia-, sino la de la propaganda y la guerra psicológica. El ataque no es físico ni sangriento, ni la imposición obvia y abierta, pero el resultado es inmejorable: la libertad es cedida ahí donde antes debía ser arrebatada. Es por eso que Noam Chomsky hace el siguiente símil: mientras que la dictadura usa el garrote, la democracia- o esto que llamamos democracia- emplea la propaganda. Veamos un ejemplo de los que se puede lograra mediante esta forma de violencia que las autoridades “democráticas” y medio...